A todos nos estresa un atasco de tráfico, pero no es precisamente el tráfico rodado moviéndose a ritmo de sepelio lo que puede incrementar nuestras posibilidades de sufrir un accidente cardiovascular. Es lo que emiten sus tubos de escape.
Un estudio del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona, junto con investigadores de Suiza y de la Universidad del Sur de California, lo confirma.
La contaminación atmosférica acelera el proceso de la ateroesclerosis (endurecimiento y estrechamiento de las venas), es decir, aumenta más del doble la posibilidad de padecer un infarto o un accidente cerebrovascular.
Los datos no pueden ser más precisos: si vives a unos 100 metros de una autopista o carretera con tráfico abundante, entonces sufres una aceleración del crecimiento de la placa de tus arterias de 5,5 micrómetros por año (más del doble de la media de su crecimiento anual).
Hay que recordar que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en occidente, por delante del cáncer.
La OMS recomienda que los niveles de partículas en suspensión (producidas básicamente por el tráfico) sean de 40 microgramos por metro cúbico. Barcelona tiene entre 45 y 50 microgramos por metro cúbico. Los Angeles, entre 25 y 30 microgramos.
Vía | Periodicodigital