Residir en las ciudades es la forma más eficiente de que todos nosotros podamos vivir generando un mínimo impacto ecológico, tal y como explica extensamente Edward Glaeser en El triunfo de las ciudades.
De hecho, parece que a mayor densidad demográfica, menores emisiones de CO2. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que hay algunas excepciones.
Primera evidencia directa
La primera evidencia directa, basada en satélites, de esta nueva conclusión o matiz es fruto de un nuevo estudio de la NASA y la Universidad de Utah sobre las emisiones de dióxido de carbono para 20 ciudades importantes de todo el mundo.
Los datos satelitales pueden mejorar nuestra comprensión de esta relación porque describen las emisiones combinadas de todas las fuentes.
Las ciudades representan más del 70% de las emisiones globales de dióxido de carbono asociadas con la producción de energía, y algunas ciudades densamente pobladas emiten más dióxido de carbono per cápita que otras.
Utilizando estimaciones de dióxido de carbono disponibles recientemente del satélite Orbiting Carbon Observatory-2 (OCO-2) de la NASA, el estudio señala que las ciudades con grandes instalaciones de generación de energía, como Yinchuan, China y Johannesburgo, tuvieron emisiones más altas de lo que su densidad de población sugeriría.
El satélite detectó la concentración de dióxido de carbono en la planta de energía, no en la ciudad que realmente usa la energía.
Otra excepción a la mayor densidad de población / menor observación de emisiones es la riqueza. Una zona urbana rica, como Phoenix, produce más emisiones per cápita que una ciudad en desarrollo como Hyderabad, India, que tiene una densidad de población similar.
Estos datos, pues, pueden servir para diseñar mejor nuestras ciudades. Sin duda, la forma más eficiente de organizar la cada vez mayor población mundial.
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