La semana pasada tuve la oportunidad de presentar y probar las bicicletas eléctricas de Yamimoto, en concreto que la nueva City Urban. Y la verdad es que no me esperaba que funcionara tan bien.
Cinco niveles de asistencia, dependiendo de la eficiencia con la que queramos “pedalear”, cuando pedaleabas hasta los 25 km/h. 50 km de autonomía. Bicicleta plegable con un peso soportable (19,4 kilogramos), que cuenta con un asa, también integrada en la línea del cuadro, que facilita su transporte. Batería integrada en el cuadro que puede extraerse para recargar en apenas cuatro horas (o si se prefiere, para conducir la bicicleta sin asistencia y sin ese lastre de peso). Creedme si os digo que, al empezar a circular con ella, me sentí capaz de viajar lejos, o de incluso dar la vuelta al mundo.
LSD electrizante
No sé si sabéis la historia del Día de la Bicicleta. Tiene que ver con el descubridor del LSD, el ácido lisérgico. Un día cualquiera, Albert Hofmann, un químico de la universidad de Basilea, estaba estudiando una sustancia producida por un hongo, el cornezuelo del centeno. Sin darse cuenta, una dosis masiva de la sustancia fue absorbida por su piel. Poco después, salió como cada tarde de la universidad camino a casa, siguiendo el sendero acostumbrado flanqueado por árboles. Pero ese día fue distinto. Seguramente, Hofmann experimentó el viaje en bicicleta más psicodélico de la historia.
Le perseguían dragones, todo tenía colores chillones, como Alicia en el País de las Maravillas. Esto pasó el 19 de abril de 1943. Y con los movimientos contraculturales, pasó a celebrarse anualmente como el día del LSD. Cada vez más gente vinculada a estos grupos empezó a celebrar ese día como el día de la bicicleta, porque además era un medio de transporte ecológico. Así que ese día se celebra el día de la bicicleta y el día del LSD, porque ese día se produjo el viaje el bicicleta más original e innovador de la historia.
Esto lo descubrí hace unos años, cuando decidí recorrer un país entero en bici, y ese país fue Suiza (un país cuya orografía casi me hace escupir el hígado, pero los detalles los dejo para mi libro Ciclistas de sofá). En mi viaje también recorrí el célebre sendero Hofmann, aunque prometo que lo hice sobrio.
Toda aquella aventura quedó plasmada en el susodicho libro. Lo que pasa es que el libro también es para reírse un poco de mí. Lo pasé fatal en muchos aspectos. Entre otras cosas, en aquella época todavía no era común tener un Smartphone, con todo lo que habría ahorrado: gps, mapas, subir fotos Instagram, Facebook, localizador de habitaciones, mil cosas más. Y tampoco era común usar bicicletas eléctricas.
Una nueva forma de pedalear
Si ahora repitiera mi periplo helvético, lo haría con mi Smartphone, y también con una bicicleta eléctrica. Y lo voy a hacer. Es mi propósito. Y estoy convencido de que así el viaje será mejor, no llegaré escupiendo el hígado a mi próximo destino, y con todo no violaré los principios del cicloturismo: es decir, un viaje sostenible, ecológico, sin ruido, al ritmo de las mariposas, y con la opción de internarme por senderos y veredas que quedan ocultos cuando vas en coche, además de poderme parar para hablar con la gente.
Estoy convencido de que ahora Hoffman también usaría una bicicleta eléctrica. Y si ahora hubiese tenido otro viaje lisérgico, podría haber fomentado la creación del Día de la Bicicleta eléctrica.
Porque la bicicleta eléctrica constituye un cambio de paradigma: ya no solo pueden viajar en bici los que estén en buena forma (o los que no lo estén como yo y casi no lo cuentan), sino que puede hacerlo todo el mundo, y además sepuede prescindir de otros medios de transporte contaminantes para siempre. Sobre todo es útil cuando hay pendientes. Y os aseguro que en Suiza me encontré con muchísimas pendientes.
Además, con la bici eléctrica sigues haciendo deporte, porque si bien éstea te proporciona un pequeño empujón, hay que seguir pedaleando. Es decir, que haces deporte sin quedar exhausto. Por ejemplo, llegas al trabajo sin estar sudado. Y por si fuera poco, es mucho más barato, sobre todo ahora que el petróleo se está encareciendo: usas la energía de tus músculos combinada con la energía eléctrica. Sin contar que te ahorras matriculación, seguros y demás.
En definitiva, me he vuelto fan de ciclismo eléctrico, prometo recorrer otro país mediante este medio de transporte; y si es con Yamimoto, una empresa 100% española que apuesta por la movilidad sostenible de sus bicicletas eléctricas desde 2007, tanto mejor.
La bicicleta para esta prueba ha sido cedida por Yamimoto Electric Bikes.
Fotos | Sergio Parra
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