Cuando contemplamos un entorno natural no podemos evitar experimentar que estamos ante la belleza sin paliativos, el locus amoenus en el que querríamos vivir. Sin embargo, la naturaleza no siempre es tan agradable como parece. Lo artificial, incluso, es mucho mejor que la natural en muchos casos.
De hecho, el cemento, a ese respecto, es un gran aliado. Vivir sobre la tierra sin más puede suponer un gran problema para mucha gente. Esto es lo que pasó en el año 2002, cuando el gobierno del estado de Coahuila, en el norte de México, emprendió un programa llamado Piso Firme.
Piso Firme
El cemento fue un invento de Joseph Aspdin, un albañil de Leeds, Inglaterra, por allá el 1824. Cuando Thomas Edison se enteró de aquel invento, empezó a obsesionarse con el cemento, quizá una de las obesiones menos conocidas del inquieto inventor.
Por ello, Edison constituyó la Edison Portland Cement Company y construyó una planta gigantesca próxima a Stewartsville, Nueva Jersey. En 1907, Edison eran nada menos que el quinto productor de cemento del mundo. Y fue él el que encargó construir el primer tramo de autopista de hormigón del mundo.
Piso Firme fue un programa que ofrecía a las personas que vivían con hogares construidos sobre suelo de tierra hasta 50 metros de suelo cemento a un coste de unos 1.500 pesos mexicanos, el equivalente a 150 dólares de la época (lo que ganaba la gente en un mes y medio).
Años más tarde, el simple hecho de poner cemento para que la gente viviera sobre él, cambió radicalmente la salud de todos. Lo explica así Eduardo Porter en su libro Todo tiene un precio:
Los suelos de tierra son un caldo de cultivo para los gusanos y diversos tipos de protozoos. Los niños cogen parásitos, sufren diarrea y padecen malnutrición. La anema es habitual, así como discapacidades en el desarrollo.
Pavimentar el suelo había reducido el 78 por ciento las plaga de parásitos entre los niños. Los casos de diarrea, un 50 por ciento. La anemina, una quinta parte.
Los niños de los hogares con suelo de cemento habían dado las respuestas correctas en los tests cognitivos un 30 por ciento más a menudo que los que vivían sobre tierra. Y las madres eran mucho más felices. La depresión entre éstas había descendido a la mitad, así como sus niveles de estrés.
Y todo por poner un poco de cemento en los suelos de los hogares para evitar el contacto directo con la tierra.
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