No os molestéis porque últimamente hablemos mucho de coches (sabemos que no es motorpasión, ellos son especialistas), pero dicen que en tiempos de crisis este tipo de tecnologías avanzan a pasos de gigante, con todo lo que eso supone para la Ciencia. Mirad, por ejemplo, lo que un grupo de holandeses han creado.
Un nanocoche conformado por un puñado de átomos y cuatro extensiones a modo de ruedas, que puede avanzar unas milmillonésimas de metro cada vez que recibe un tren de pulsos eléctricos.
A día de hoy no tiene muchas aplicaciones pero constituye una prueba irrefutable de todo lo que puede llegar hacer la nanotecnología actualmente.
Un grupo de científicos holandeses de la University of Twente, han querido manejar las herramientas de la nanotecnología para crear un pequeño coche a partir de átomos, capaz de desplazarse por una improvisada carretera de metal gracias a breves impulsos eléctricos.
El coche en cuestión es una molécula, diseñada a medida con cuatro prolongaciones que hacen las veces de neumáticos. Solo puede funcionar a temperaturas extremadamente bajas, muy cerca del cero absoluto.
La energía necesaria para que el coche se desplace es aportada por un microscopio de efecto túnel, un dispositivo que a través de una punta muy fina de metal genera una corriente de polarización que mueve electrones de un lado a otro mediante el efecto túnel.
Cuando reciben esta corriente, las zonas de la molécula que actúan como ruedas se deforman y la impulsan hacia adelante.
Para avanzar necesita recibir un tren de impulsos electricos, y durante los experimentos se demostró que puede desplazarse hasta seis milmillonésimas de un metro cada vez que recibe 10 impulsos eléctricos.
Tibor Kudernac, responsable de la investigación, consciente de que su trabajo es poco más que una curiosidad, dijo lo siguiente:
Basta con mirar a nuestro alrededor para ver que en todos los sistemas biológicos existen un gran número de máquinas moleculares o de motores formados a partir de proteínas que realizan funciones muy específicas. Por ejemplo, la contracción de nuestros músculos existe gracias a motores basados en proteínas. Este vehículo eléctrico es solamente la demostración simple de que podemos lograr hacer algo similar y, por tanto, constituye un ejemplo capaz de motivar a otros científicos a realizar una aplicación práctica
Es difícil imaginar cuál podría ser la aplicación concreta de este principio que logre convertir en millonario a algún inventor, pero estamos seguros de que dentro de no mucho tiempo veremos en las tiendas dispositivos que funcionan gracias al trabajo del equipo dirigido por Kudernac.
Vía | ABC