En el límite entre el movimiento clásico y el efecto túnel cuántico, un equipo de investigadores de Empa (Swiss Federal Laboratories for Materials Science and Technology) y EPFL (Escuela Politécnica Federal de Lausana) han desarrollado un motor molecular que consta de solo 16 átomos (100 000 veces más fino que un pelo) y gira de manera confiable en una dirección.
Menos de un nanómetro
El motor mide menos de un nanómetro. Al igual que un motor a gran escala, el motor de 16 átomos consta de un estator y un rotor, es decir, una parte fija y una parte móvil. El rotor gira sobre la superficie del estator. Puede ocupar seis posiciones diferentes.
En el mundo macroscópico, un trinquete (mecanismo que permite a un engranaje girar hacia un lado, pero le impide hacerlo en sentido contrario) se mueve hacia arriba por el borde plano y se bloquea en la dirección del borde empinado. Por el contrario, un motor atómico, como opera a nivel microscópico, requiere menos energía para subir el borde empinado de la rueda dentada que en el borde plano. Por lo tanto, el movimiento es prácticamente posible solo en una dirección.
Hace unos años, ya se había construido un nanomotor impulsado químicamente con 78 átomos, lo que permite que un ordenador diminuto pueda navegar por un cuerpo humano buscando tumores en su etapa más temprana, por ejemplo. Ben Feringa, de la Universidad de Groningen, en Holanda, construyó otro motor aún más pequeño: 58 átomos, y además impulsado por energía solar.
Estos motores moleculares también existen en la naturaleza, por ejemplo en forma de miosinas: proteínas motoras que juegan un papel importante en los organismos vivos en la contracción de los músculos y el transporte de otras moléculas entre las células.
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