A menudo hemos visto en la televisión o en alguna tradicional fiesta del norte de España, en nuestro caso, que durante la noche de San Juan, algunos de los participantes de la fiesta caminan sobre las ascuas de una hoguera sin que sus pies se quemen. Hay que tener voluntad pero también existe un truco.
Se trata de la conductividad térmica o lo que es igual, la velocidad a la que un cuerpo puede transmitir su calor o recibir el de otro cuerpo. En el caso de los caminantes de brasas, la hoguera se hace con madera y por increíble que parezca, la madera es un mal conductor térmico.
Las brasas llegan a alcanzar los 700 grados en el corazón de ellas y es necesario que exista un contacto de más de dos segundos para que transmitan a la piel de los caminantes una temperatura de unos 60 grados y así hacer mella. Por eso, al cruzar las brasas rápidamente, se minimiza el riesgo de quemaduras.
Si los caminantes lo intentaran con brasas de carbón, no podrían pasar, ya que el carbón es un excelente conductor térmico. De todas maneras a pesar de la explicación, se impone nuestra falta de voluntad y no creemos que lo intentemos algún día. ¿Tú lo probarías?
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