En pocas palabras, la colorpuntura es una hibridación entre acupuntura (versión más mística) y colorterapia (versión más new age). Fue ideada por un científico alemán y sostiene que existe una conexión entre la red de meridianos chinos de nuestro cuerpo y el efecto curativo de los colores fotosensibles.
El problema es que ningún científico del mundo ha podido encontrar prueba alguna de la existencia de meridianos energéticos. Y tampoco hay evidencia de que los colores puedan curarnos.
Lo cierto es que hay fenómenos y técnicas que se salen tanto de la normalidad que resulta casi imposible describirlos de manera no valorativa… sin caer en un lenguaje ridículamente eufemístico. En cualquier caso, advierto desde aquí que el tipo que consiga demostrar que la paparruchada de la colorpuntura funciona, recibirá sin dudarlo el premio Nobel. Como mínimo. Y por supuesto, dejaremos de reírnos de él.