Las brujas de la antigüedad creían que volaban. Untaban sus escobas en atropina, para que el palo de la escoba impregnase las mucosas de su entrepierna. A través de las mucosas eran sometidas a los efectos de la atropina, y así se creaban la ficción química de que volaban surcan el cielo, como brujas de verdad.
Las personas que han sido sometidas a un estrés muy elevado pueden experimentar que salen de sí mismas y dejan atrás su propio cuerpo, aunque sea por unos instantes. De algún modo sienten que levitan.
Estas experiencias también pueden recrearse artificialmente en un laboratorio. El estímulo eléctrico de determinadas áreas del cerebro induce a la persona a percibir su cuerpo desde fuera, como un espectador, como un cámara desde un plano cenital.
Hay descripciones en las que el paciente ha manifestado encontrarse casi a dos metros por encima de la cama, cerca del techo de la habitación. Estados parecidos se han descrito bajo estímulos magnéticos.
La ketamina provoca en quien la toma la sensación de viajar a través de un túnel oscuro hasta tener la sensación de que se vuela fuera del cuerpo.
Una hipoxia (privación de oxígeno) cerebral puede provocar un “efecto túnel”, tal y como el que describen los que están al borde de la muerte y que muchos asocian al conducto por el que hay que pasar hasta llegar al Más Allá.
Todos estos hechos podrían haberse referido como milagros si el interfecto no tuviera ni idea del funcionamiento del cerebro. Si la historia de la humanidad está llena de referencias a personas que supuestamente han levitado, como san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús, ¿hasta qué punto debemos darles credibilidad?
¿No existen muchas explicaciones científicas a estos supuestos milagros? ¿Acaso catalogarlos como milagros no es exactamente cubrir de más misterio el propio misterio? ¿Cómo sabía alguien que levitaba que lo hacía por intervención divina y por neuroquímica? ¿Y si toda la historia de los milagros pudiera explicarse a través de todos los errores que comete nuestro cerebro, que en ocasiones se parece demasiado a un cacharro lleno de cortocircuitos?
Muchos magos, como David Blane o Criss Angel, consiguen levitar frente a los ojos de la gente. ¡Milagro!
Vía | El científico curioso de Francisco Mora