El Ministerio de Sanidad de España ha optado finalmente por aplicar la directiva europea de 2001, que regulariza definitivamente la situación de los remedios homeopáticos en el mercado de medicamentos. De este modo, los laboratorios deberán que presentar un informe sobre su calidad, seguridad y eficacia; pero sin tener que demostrarlo a través de ensayos clínicos como el resto de los fármacos industriales.
La razón principal de que a la homeopatía no se le exija una demostración de su eficacia como la que debe presentar cualquier otro medicamento alopático es tremendamente sencilla: si se exigiera, la homeopatía no podría comercializarse. Lo cual hundiría un negocio más que boyante.
La ciencia no es democrática
En Suiza, la homeopatía ha sido reincorporada al sistema de salud (provisionalmente), tras reclamarlo los ciudadanos en un referéndum celebrado en 2009. Goza de tanta popularidad entre estrellas de Hollywood y famosos en general, que los ciudadanos de a pie la consumen cada vez más. Por si esto fuera poco, la mayoría de la gente confunde el efecto placebo con la curación, de modo que repite a todos sus familiares y allegados que, efectivamente, la homeopatía funciona. Es decir, es probable que la mayoría de la gente crea en la homeopatía.
Sin embargo, la ciencia nunca ha funcionado a través de la democracia. La mayoría de los londineses también creen que Sherlock Holmes fue un personaje histórico, pero nadie ha podido demostrar que sea así. En ciencia, además, las afirmaciones deben superar toda una serie de exigentes protocolos porque, de este modo, se logra que el progreso científico sea lento pero seguro. Imaginad que sometiéramos a votación popular el grosor que deberían tener los pilares maestros de un rascacielos de treinta plantas de altura. O que se votara el voltaje de determinado aparato eléctrico. El avance de la ciencia no da valor a lo que opine la mayoría de la gente, ni siquiera la mayoría de los científicos, sino a la explicaciones y demostraciados que avalan dicha opinión. La ciencia no da por válida una afirmación si no se explica detalladamente la concatenación de causas que la generan, supera el escrutinio de la comunidad científica, logra replicarse, encaja armónicamente con otras aserciones científicas de la misma disciplina...
Por el contrario, la homeopatía no cumple ninguno de esos requisitos. Veamoslo uno por uno:
1. No hay explicación
La homeopatía desarrollo sus postulados hace 200 años, cuando ni siquiera se tenía conocimiento de la existencia de virus o bacterias. El médico Samuel Hahnemann sentó sus bases y, desde entonces, éstas no han cambiado, a pesar de que todas las disciplinas científicas no han dejado de hacerlo. Su idea principal reside en el empleo de preparados altamente diluidos que sin diluir causarían los mismos síntomas que sufre el paciente. Cuando se dice altamente diluidos estamos hablando de unos niveles en los que es imposible encontrar principio activo en el preparado homeopático. Esta dilución debe realizarse de una forma concreta, empezando por verter una gota del extracto original en 99 gotas de agua. De este manera se crea una dilución 1C (una parte de extracto por 100) que hay que agitar enérgicamente (sucuciones) y así se debe proseguir añadiendo una gota de esa dilución 1C a otras 99 gotas de agua para crear una dilución 2C. Esta dilución 2C tiene por tanto una parte de extracto y 9999 de agua. Es decir, en una 30 C estamos hablando de una dilución de un 1 seguido de 60 ceros. Tal y como señala Ben Goldacre en Mala ciencia:
Para dotarnos de cierta perspectiva, sepan ustedes que en una piscina olímpica sólo hay unas 100.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 moléculas de agua en total. Ahora imagínense una esfera de agua con un diámetro de 150 millones de kilómetros (la distancia entre la Tierra y el Sol). Se tardan ocho minutos luz en recorrer esa distancia. Pues bien, piensen en una esfera de agua de ese tamño con una sola molécula de otra sustancia en ella: eso es una dilución de 30C.
La homeopatía no ofrece ninguna explicación plausible acerca de su funcionamiento. De hecho, las razones que se aducen sobre su funcionamiento son tan fantasiosas y alejadas de la física más elemental que si alguien conseguiera demostrar la eficacia de la homeopatía produciría dos efectos en el mundo de la Física: el primero es que deberían reesribirse los libros de Física básica del colegio, porque estarían equivocados; y el segundo, tal personaje debería recibir un Premio Nobel, como mínimo, porque habría producido una revolución científica más profunda que la originada por Galileo, Copérnico y Einstein juntas, y multiplicadas por mil.
2. Los científicos no la aceptan
La opinión de los científicos respecto al funcionamiento de la homeopatía es tajante, como lo es respecto al horóscopo, la imposición de manos o la levitación. No solo viola los principios de la Física, sino que no supera los ensayos científicos. Incluso se ha denunciado que la homeopatía es peligrosa en el sentido de que se dejan de tomar medicamentos eficaces, hasta el punto de que la gente muere.
James Randi ofrece algunas razones más en el siguiente vídeo:
3. No hay replicación
La supuesta eficacia de la homeopatía aducida por algunos ensayos científicos no se han logrado replicar: no es extraño, porque tales ensayos ni siquiera estaban bien diseñados. La eficacia se mide a través de carísimos ensayos clínicos de doble ciego.
En agosto de 2005, la revista The Lancet publicó un trabajo (un meta-análisis, es decir, un análisis de otros trabajos publicados) donde se aseguraba que la homeopatía no es más eficaz que el placebo. En otras palabras, hay tantas probabilidades de curarte tanto si tomas un vaso de agua normal como un remedio homeopático.
4. No encaja
La homeopatía no encaja con el resto de conocimientos que atesoramos sobre el mundo. Ni siquiera llega al mercado como lo hace el resto de medicamentos. Su credibilidad se basa en su antigüedad y en su uso generalizado, pero ello no es prueba de nada, como ya os explicamos más ampliamente en ¿Por qué la India es tan exótica y cool? La medicina alternativa como timo.
Pragmatismo y credibilidad
Algunos ha esgrimido que esta regularización es positiva en aras del pragmatismo: ya que la gente desea comprar estos fármacos, mejor que dispongan de de código de fármaco, que no carezcan de evaluación alguna e incluso de prospecto. También hay médicos que prescriben homeopatía, ya sea porque detectan una dolencia menor que se curará con el tiempo y que sólo necesita de un poco de efecto placebo (y así se quitan el paciente de encima con mayor celeridad), ya sea porque estafan a sus clientes, ya sea porque ni siquiera tienen demasiadas conocimientos acerca del funcionamiento del método científico y la epistemología más elemental, algo que ha sido denunciado a menudo por Ben Goldacre, autor de Mala ciencia y Mala Farma. ¿Hasta dónde llegará la lista de la vergüenza?De hecho, corre por ahí la cifra injustificada de que en España hay 10.000 médicos colegiados que prescriben homeopatía. Aunque admitiéramos que esa cifra es cierta, tal y como ha señalado Fernando Frías tampoco es cuestión de alarmarse: "según el Instituto Nacional de Estadística, en 2012 había 228.917 médicos colegiados en nuestro país, una sencilla operación matemática nos diría que esos diez mil médicos representarían solo el 4,37 por ciento del total."
La ciencia existe para eso: para decirles a los facultativos que se equivocan, que engañan a la gente. Para evitar que la gente gaste dinero o deposite su confianza en un engaño que incluso ya ha matado a pacientes. Si la ciencia pierde su función y se deja llevar por pragmatismo u opiniones marginales o insuficientemente doctas, entonces la ciencia perderá su credibilidad. Esta erosión de la credibilidad es más importante de lo que parece: no tenemos tiempo de acceder a todos los conocimientos especializados de este mundo, por ello depositamos nuestra confianza en los expertos. Pero si los expertos no son exigentes en sus protocolos o sencillamente se venden al mejor postor, entonces ello nos obligará a retroceder a una época en la que no existía la especialización. Cuando vayamos algún día al médico quizá ya no nos podremos fiar de la receta que nos extiendan. Tampoco podremos fiarnos de lo que diga el catedrático de matemáticas que la semana que viene nos pondrá un examen. Ante este panorama, pues, debemos exigir mayores controles, nunca menos. Las farmacéuticas ya cometen las suficientes tropelías como para otorgarles el poder de cometer todavía más.
Fotos | Wikidudeman | Erik Fritz (Cobalttempest)
Ver todos los comentarios en https://www.xatakaciencia.com
VER 66 Comentarios