El otro día me descubrí una cana. Horror. Al menos no era una cana en la cabeza, sino en la barba. Sólo era una pero, por un segundo, la imagen de Santa Claus riéndose (ho-ho-ho) cruzó por mi cabeza. Así que me la arranqué. Y, aunque suena ya medieval, alguien me dijo que cuidado, que si te arrancas una cana, entonces te salen seis más.
Pero ¿realmente hay algún sustento científico tras esta creencia popular?
El color de nuestros pelo lo determina la melanina, el mismo pigmento que provoca que la piel se ponga morena en verano (si nos da el sol, claro). Hay dos tipos de melanina, una más oscura y otra más amarillenta. Las proporciones de ambas son las responsables de nuestro particular color de pelo. A su vez, todo ello está determinado genéticamente.
También la genética es la responsable de que haya familias que tienen el pelo de color muy intenso durante mucho tiempo, y otras que enseguida empiezan a notar que se les blanquea el pelo. Junto a la genética, influye el estilo de vida: la alimentación, el estrés, etc.
La razón de que aparezca un cabello blanco, y solo uno, rodeado de otros cabellos que no han perdido el color, es que la melanina se sintetiza individualmente en el folículo capilar de cada pelo por separado. Las primeras zonas que tienen a blanquear son la barba, el bigote y las sienes.
Pero si observamos que determinado cabello empieza a blanquear, ya sea por factores genéticos o de estilo de vida, dichos factores también estarán actuando en el resto de cabello. Es decir, que si aparece un cabello blanco, no tardarán en salir más, con independencia de que lo arranquemos o no.
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