Nuestro cerebro está predispuesto a encontrar patrones. Cuando ignoramos algo, no rellenamos la laguna de ignorancia con un "no lo sé, voy a investigarlo", sino con un mito. Si vemos algo en el cielo u oímos un sonido inquietante en una casa abandonada, nos olvidamos de las razones más probables (un efecto óptico, una mesa ajada crujiendo) y elucubramos sobre razones más improbables pero que coyunturalmente están de moda (extraterrestres inteligentes y fantasmas). Pervertimos la expresión "si no puedes verlo, no significa que no exista" (algo que es cierto, porque la mayoría de nosotros no hemos estado en Japón y creemos que existe; la mayoría de nosotros no ha visto un átomo y cree que existe) y lo universaliza hacia cualquier tipo de creencias que mantenga un número suficiente de personas, aunque no exista ninguna evidencia científica al respecto (ovnis, unicornios, gnomos, etc.). Se nos olvida que la carga de la prueba está en el que afirma un hecho extraordinario, no en el que lo niega, porque es imposible que me demostréis que en mi casa vive un dragón rosa invisible que sólo yo puedo ver. Convertimos las anécdotas en categoría, y las correlaciones en vínculos causales.
Sobre algunos de estos asuntos habla en la siguiente TEDtalk el gran divulgador Michael Shermer, fundador de la Skeptic Society y de la revista Skeptic, cuya charla se llama exactamente como su libro, que ya reseñamos por aquí. Y, además, toda la charla de Shermer está jalonada de bromas y chascarrillos, como la nueva versión que Katie Melua elabora de una de sus canciones para ser científicamente consecuente.
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