Qué duda cabe que diferenciarnos académicamente entre “ciencias” y “letras” constituye, además de una división tosca, una forma de condenar a la ignorancia a la mayoría de los estudiantes: los de letras y los de ciencias. La verdadera cultura no entiende de divisiones (si acaso de jerarquías o prioridades), y un individuo culto tiene que aspirar a ser alfanumérico.
Pero ello no significa que ciencia y arte sean la misma cosa, ni siquiera que funcionen de la misma manera para obtener conocimiento (ni siquiera proporcionan el mismo tipo de conocimiento). A continuación, una lista de diferencias fundamentales entre arte y ciencia que no aspira a que nos decantamos por una o por otra, sino que no las confundamos a la hora de operar con ellas:
Si bien en sus primeros pasos, ciencia y arte son artefactos narrativos en los que prima la imaginación, en los cuales se añaden y se descartan segmentos que influyen en toda la construcción. En este primer momento, palabras y frases son como ecuaciones y experimentos. Pero entonces progresa la narración y se precipita hacia un desenlace, y allí es cuando arte y ciencia divergen.
En el desenlace, una mente creativa aspira a mostrar un final concluyente. Pero el científico, si bien también trabaja como un poeta hasta este punto, finalmente debe trabajar como un contable: sus conclusiones se exponen para ser revisados por iguales, con la esperanza de que otros científicos acepten sus descubrimientos o localicen errores en los mismos.
La ciencia crece tanto por la aprobación de los iguales como por la veracidad de sus afirmaciones técnicas, tal y como explica Edward O. Wilson en su libro La conquista social de la Tierra:
Las conclusiones serán comprobadas repetidamente, y tienen que demostrarse ciertas. Los datos no pueden ser cuestionables, o las teorías se desmoronan. Los errores descubiertos por otros pueden hacer que una reputación se agoste. El castigo por fraude es nada menos que la muerte (de la reputación, y de la posibilidad de seguir adelante con la carrera).
Si como se ha dicho la muerte del científico la provoca fundamentalmente el fraude (no el error, pues del error parte el progreso), la muerte de artista o literato es el plagio, pero no en fraude. En la ficción, como en las otras artes creativas, se espera un juego con la imaginación. Y en la medida que éste resulta estéticamente agradable, o bien evocador, se alaba. En ciencia no importa la estética a la hora de juzgar la calidad de un trabajo.
La retórica también es el punto diferenciados entre la exposición de un trabajo científico y uno artísticos. En ciencia la retórica se desaconseja porque no aporta nada salvo confusión. En el arte, la confusión puede llegar a ser deseable:
Lo que cuenta en ciencia es la importancia del descubrimiento. Lo que importa en literatura es la originalidad y el poder de la metáfora. Los informes científicos añaden un fragmento verificado a nuestro conocimiento del mundo material. En cambio, la expresión lírica en literatura es un artificio para comunicar sentimiento emocional directamente desde la mente del escritor a la mente del lector. No hay tal objetivo en los informes científicos, en los que el propósito del autor es persuadir al lector, mediante pruebas y razonamientos, de la validez e importancia del descubrimiento.
Podéis profundizar en todo esto en la entrada Las artes o la filosofía no sirven para responder preguntas, sino para formularlas (a veces)
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