Los pantalones vaqueros lavados a la piedra adquieren ese característico color gracias a un microbio que utilizan para desteñir los pantalones. Este microbio se recogió en un lago de Kenia en los años 90 del siglo pasado y es un organismo capaz de sobrevivir en condiciones extremas y en ecosistemas muy ácidos.
Las enzimas de este microbio (extremofilo), son las causantes de ablandar los tejidos y “comerse” el tono azulado de los vaqueros, dándoles ese aspecto desteñido, pero además al parecer, es un efectivo quitamanchas.
Sin embargo, la polémica está servida, ya que el descubrimiento de este y otros microbios que se utilizan para distintos fines, no ha revertido en ningún beneficio para el país por utilizar sus recursos ecológicos. La patente de la utilización de este organismo es propiedad de la multinacional Genencor Internacional y gracias a él, obtiene unos beneficios de 34.000 millones de dólares al año.
Si tomamos como base que existe un tratado firmado por 180 países donde se reconocen los derechos de una nación para beneficiarse de la comercialización de sus recursos biológicos y genéticos, está claro que esta empresa deberá dar parte de los beneficios al gobierno kenyata.
Cambiando de tema, los extremofilos, son microbios que viven en condiciones extremas y debemos entender que son condiciones muy diferentes a aquellas en las que nosotros vivimos. Hasta no hace mucho, se asociaba la carencia de vida en el lugar donde se encontrara este microorganismo. La mayor característica que posee este microbio es su adaptabilidad a zonas en las que otros microorganismos no sobrevivirían.
Sin duda queda mucho por investigar y una gran cantidad de recursos por descubrir que servirán para todo tipo de mejoras. El problema surge cuando un nuevo hallazgo beneficioso para la humanidad se comercializa y no sirve para mejorar el nivel de vida de todos, sino para seguir enriqueciendo a unos pocos.
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