La democracia, de tan sobada, es una palabra que bien podría figurar entre esos términos comodín que se usan para rellenar crucigramas (como "sol" o "Ra") y que acaban por ser desangrados de significado, devaluados por el exceso de uso.
De eso no debe derivarse que la democracia no sea buena (aunque primero habría que determinar de qué tipo de democracia estamos hablando), pero tampoco debemos obviar que la democracia no es una panacea y dista de ser una herramienta multiusos para solucionar todos los problemas que nos salgan al paso.
Crecimiento económico
Los países menos democráticos, por ejemplo, son los que actualmente crecen más rápido en sanidad y economía. La democracia liberal es la mejor forma de gobernar un país, en efecto, pero de ello no debe deducirse que, por ser la mejor, sea la más propicia para obtener toda clase de beneficios.
La democracia aporta justicia. La democracia es una postura moral. Pero no es siempre es una postura óptima a nivel pragmático. La democracia, pues, no necesariamente nos aportará mejoras sanitarias, crecimiento económico o incluso la paz. Ni siquiera la democracia es una condición sine qua non para alimentar estos factores.
Al menos, es lo que nos indican los datos, tal y como explica Hans Rosling en su libro Facfulness:
La mayoría de países que experimentan grandes avances económicos y sociales no son democracias. Corea del Sur pasó del nivel 1 al 3 más rápido que cualquier otro país de la historia (sin encontrar petróleo), siendo en todo momento una dictadura militar. De los diez países con más rápido crecimiento en 2016, nueve de ellos presentaban una baja calificación democrática.
La democracia, pues, debe presentarse como un fin en sí mismo, como un ideal moral, y no como una herramienta para perseguir ciertos objetivos materiales.
De hecho, los factores que propician que un país ofrezca mejores condiciones de vida materiales a sus ciudadanos son tantos y están tan imbricados entre sí de formas tan complejas que, por esa razón, ninguna magnitud única es capaz explicar aquélla: ni el PIB per cápita, ni la mortalidad infantil (como en Cuba), ni la libertad individual (como en Estados Unidos)… ni siquiera la democracia.
En otras palabras, no hay medidas estrellas para lograr la prosperidad de un pueblo. Se requiere un gobierno, sí, pero un gobierno no puede solucionar todos los problemas. Ni el sector privado ni el público son siempre la respuesta. Todo depende del contexto. Hay que tomar decisiones caso por caso.
La economía o la política son lo más parecido a sistemas dinámicos no-lineales, tal y como lo es el tiempo meteorológico. Es decir, que cada vez que analicemos algo, las soluciones para resolverlo serán diferentes. Por ello es poco probable que las ciencias sociales en general produzcan fórmulas claras, como E=MC2.
De hecho, si alguien anuncia fórmulas claras e inmutables, hay que desconfiar de sus propuestas. Si hace mal tiempo, hay que sacar el paraguas si llueve, pero el paraguas no sirve de nada si el mal tiempo es una ventisca o una baja temperatura. Cada vez que abordemos el sistema dinámico, necesitaremos una solución diferente, es decir, lo menos parecido a fórmulas fijas de tipo "ideología de derechas", "ideología de izquierdas", "libertarismo", "anarquismo", "socialismo", etc. Máxime si tenemos en cuenta que el tiempo meteorológico puede cambiar varias veces en un solo día.
Ni siquiera la justicia social debería confiar solamente en la democracia.
Ver todos los comentarios en https://www.xatakaciencia.com
VER 1 Comentario