Durante sesenta mil generaciones, la especie humana no usaba herramientas fabricadas por él mismo. Las primeras hachas fabricadas a mano se remontan a hace un millón y medio deaños, o 750.000 generaciones.
Estas hachas se encontraron en África, pero en Europa es peor: los primeros restos parecidos no tienen más de 400.000 años. En Inglaterra no hay nada más antiguo de 250.000 años. Este ritmo lento del progreso se produjo, pues, más bien en espiral y no de forma explosiva. Un ritmo que se mantuvo incluso después de haberse inventado el hacha.
Aunque no tenemos pruebas, probablemente el ser humano también fabricara objetos de madera, porque una mente capaz de fabricar una punta de lanza de pedernal o de obsidiana difícilmente se detendría en este único logro. Pero, aún así, el progreso fue lento y penoso, principalmente porque la mayor parte del tiempo se dedicaba a sobrevivir y porque las comunidades estaban aisladas entre sí: no había comunicación, las ideas y ls innovaciones no fluían libremente, mejorándose unas a otras.
Tal y como lo explica Antonhy Smith en su libro La mente:
Existieron más de setenta mil generaciones entre la llegada de las hachas de mano y la aparición de la industria del paleolítico superior, las culturas llamadas chatelperoniense, auriñaciense, cravatiense y magdaleniense (en este orden). Para ese entonces, el arte ya había llegado, utilizando huesos, astas, marfil, madera y pedernal y piedra.
Entre esa época y la actualidad han transcurrido sólo 2.000 generaciones, y se superó el largo período del estancamiento tecnológico, acelerándose cada vez más el progreso. Sin embargo, de ese período de estancamiento sabemos en realidad muy poco, sobre todo a través del registro fósil del hombre primitivo: de los 250.000 millones de individuos que existieron en los anteriores cinco millones de años, apenas disponemos de mil trocitos y fragmentos.
De este podo, disponemos de un rompecabezas infiltrado de conjeturas que no podemos responder de ninguna forma que no sea a través del ámbito paleontológico. De este modo, las siguientes preguntas tienen respuestas borrosas, y probablemente nunca las podremos responder satisfactoriamente:
¿Cómo progresaron anatómicamente los cerebros? ¿Y sus manos?
En el espacio de un millón de años, ¿cuánto evolucionaron el habla (la anatomía) y el lenguaje (la gramática)?
¿Por qué hubo semejante estancamiento?
Los aborígenes alcanzaron Australia en más de una oleada, hace unos 40.000 años, ¿por qué sólo se encuentran cuarenta objetos diferentes fabricados como todo repertorio?
El lento progreso técnico del Homo en los tiempos primitivos debe significar que, o bien era tremendamente incapaz de adquirir información y esperiencia, o bien era también incapaz de transmitir lo que había aprendido a sus descendientes. Una vez hubieron transcurrido aquellos tiempos, cuando el saber pudo adquirirse y transmitirse, la aceleración resultó prácticamente inevitable.
Imágenes | Pixabay
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