Como veis, y como no podía ser de otra forma, incluso algo tan humano como el análisis del lenguaje debe ser reducido a una serie de operaciones matemáticas lógicas. Pero, ¿es lo mismo que hace el cerebro humano?
Quizá. El propio Jennings, honroso segundo clasificado en el concurso, escribió en una revista:
Las técnicas del ordenador para descifrar las pistas de Jeopardy! suenan muy parecidas a las mías. La máquina rastrea la pista en busca de palabras clave, y entonces las compara con los conocimientos de su memoria buscando asociaciones con dichas palabras. Comprueba rigurosamente las coincidencias más probables con toda la información contextual a su alcance: la categoría de la pista, el tipo de respuesta que se está buscando, la forma verbal, etc.
No obstante, el cerebro humano cuenta con alguna ventaja. En la pregunta final de la primera parte del programa, Watson respondió Toronto a una pista de la categoría «ciudad de los estados unidos». Un ser humano hubiera descartado de entrada dicha respuesta, ni siquiera habría perdido el tiempo considerándola.
En contraposición, siguiendo a rajatabla un frío y calculador algoritmo, probablemente Watson tuvo que considerar todas las ciudades del mundo. No pudo descartar Toronto ya que el término «estados unidos» estaba en el nombre de la categoría, pero no en el texto de la pista en sí.
Esta incapacidad para descartar de entrada opciones que a nosotros nos parecen obviamente inviables es, probablemente, lo que mayor pavor causa en la mayoría de visiones apocalípticas sobre el futuro de la inteligencia artificial.
Si lo pensáis, seguro que podéis citar alguna película de ciencia ficción en que una inteligencia artificial decide aniquilar a la raza humana ya que, considera, es la mejor opción para eliminar la delincuencia, o algún razonamiento por el estilo.
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