El psicólogo Laurence Steinberg, de la Universidad de Temple, es un experto en el estudio de la mente adolescente. El corolario de sus estudios puede ser el siguiente: los adolescentes se comportan de forma más estúpida que el resto de los morales, de promedio.
Sin embargo, halló un matiz importante en este comportamiento bobalicón, atrevido e irresponsable: era más acusado o significativo si delante del adolescente había otros adolescentes.
Semejantes o pares
Steinberg puso a diversas personas de distintas edades a participar en un juego simulado de conducción con calles y semáforos. Todos los adultos conducían de la misma forma, tuvieran o no público observando su juego. Sin embargo, los adolescentes asumían más riesgos cuando sus amigos estaban mirando.
Los adolescentes, a la luz de estos resultados, se revelan como muy sensibles a la influencia de sus semejantes o pares.
Los adolescentes aprenden en qué nicho social encajan mejor, y allí tratan de formarse una reputación que determinará el resto de su vida. Según cuenta el filósofo de la Universidad de Toronto Jospeh Heath en su libro Rebelarse vende, los alumnos se rebelan, como lo hace irónicamente Angus Young, el veterano guitarrista de AC/DC, cada vez que toca en un concierto. El uniforme, al tornar homogénea la vestimenta de los adolescentes, imposibilita que se generen clases sociales.
Los alumnos, entonces, buscarán otros signos distintivos para formar grupos. Pero, incluso con uniforme, la vestimenta ejerce determinada función, y por tanto el uniforme solo acota parcialmente la carrera armamentística de la vestimenta:
Quien quiera saber mil y una maneras de «personalizar» un uniforme de colegio solo tiene que preguntar a las chicas que lo llevan. Los puños de la blusa pueden remangarse o remeterse hacia dentro, doblarse hacia fuera o abotonarse por las buenas; las corbatas pueden llevarse sueltas o ceñidas, rectas o torcidas; los botones pueden desabrocharse en sitios estratégicos y las faldas pueden acortarse o alargarse de muchas maneras (como la clásica de enrollársela en la cintura al salir de casa por la mañana y recolocarla al volver por la tarde). Además, cuentan con los complementos, una zona gris en la estricta normativa relativa al uniforme, pero un subcontinente entero en el mundo de la ropa femenina. Existen un millón de opciones solo en cuanto a joyas, relojes y bolsos. Por si esto fuera poco, las chicas pueden llevar el pelo como quieran, cosa que plantea el consiguiente abanico de posibilidades.
Cultiva Tu Memesfera
Por eso, basta con analizar la red de contactos de un individuo y detectar a quienes considera importantes, semejantes, pares, para adivinar muchos de sus rasgos, tal y como explico en el libro Cultiva tu memesfera:
Si la mayoría de gente de tu entorno se empecina en destruir su sistema nervioso central con hidróxido de etilo, probablemente tú también seas aficionado a empinar el codo. Si la mayoría de gente de tu entorno mantiene una relación estrecha con los triglicéridos, probablemente tu báscula del baño te indicará que ya va siendo hora de ponerse a dieta. Bajo este revolucionario prisma, pues, es lógico pensar que si pretendes ponerte a dieta para bajar peso, tal vez sean tan importantes los detalles nutricionales del régimen que vas a seguir como la valoración de tu entorno social.
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