Afortunadamente, se ha perfeccionado mucho la objetividad de las pruebas modernas de CI, así como su insensibilidad a los antecedentes culturales o conocimientos específicos. También se tiene en cuenta que el CI tiene un gran componente de heredabilidad.
En ese sentido, los resultados son sorprendentes. Si dos gemelos son criados en la misma familia, su CI es muy similar. Pero si los gemelos son separados y criados en familias con fuertes diferencias socioculturales, los gemelos (aunque menos, por el factor ambiental) continúan teniendo una coincidencia de CI asombrosa.
Pero el dato más inquietante es del de las puntuaciones de los niños adoptados que se crían conjuntamente en una misma familia: sus CI se diferencia tanto como si se hubieran criado en familias diferentes. O dicho de otro mondo: el hecho de vivir en la misma familia no tiene en absoluto un efecto perceptible en el CI.
Y es que en este último siglo hemos descubierto lo importante que es lo que sucede en el útero cuando estamos formándonos en él. El 20 % de la inteligencia semejante de un par de gemelos puede explicarse por lo que ocurre concretamente en el útero, en tanto que esto mismo sólo puede explicar el 5 % de la inteligencia de un par de hermanos: los gemelos comparten útero, los hermanos, no.
La influencia de los acontecimientos que tuvieron lugar en el útero sobre nuestra inteligencia es tres veces mayor que cualquier cosa que nos hicieran nuestros padres después de nuestro nacimiento.
Los resultados de todos estos estudios aún se complican más con otros datos. Resulta que no sólo el CI evoluciona con la edad, sino también lo hace su heredabilidad. A medida que uno se hace mayor y acumula más experiencias, la influencia de los genes AUMENTA. En otras palabras: a medida que nos hacemos mayores, poco a poco se va expresando nuestra propia inteligencia innata y se deja atrás muchas de las influencias que los demás estamparon en nosotros.
O dicho de una forma más justa, para que no protesten los ambientalistas: se escogen los entornos que se ajustan a nuestras tendencias innatas en lugar de adaptar nuestras tendencias innatas a los entornos en los que nos encontramos.
El camino hacia la comprensión de la inteligencia es largo y tortuoso, y muchas veces la medición de la inteligencia no se diferenciará demasiado de la medición de la longitud de una trompa de elefante. Sin embargo, seguiremos usando toda nuestra inteligencia individual y colectiva para entenderla (entendernos), en una especie de juego de espejos en el que si no andamos con cuidado podemos salir mareados.
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