¿Puede una letra dar risa? ¿Puede una simple letra ser el motor del humor? ¿Una letra sin más es capaz de dar buen rollo? Sí que puede. Y esa letra es la K.
En griego esta letra se llama “kappa” ó “kapa”, de donde el castellano eliminó la terminación “pa”. La letra K deriva de la undécima letra del alfabeto proto-asiaítico la kaf ó “mano”. Sí, sé lo que estáis pensando: de momento la K no parece demasiado graciosa. La K, incluso, es una letra poco grata para algunos literatos. Por ejemplo, Mateo Alemán, autor de La vida del pícaro Guzmán de Alfarache, dijo de ella que era una letra “inútil, extranjera y difícil de escribir”. Entre 1815 y 1869 se llegó incluso a eliminarla del diccionario de la Real Academia. Y es que la K es una letra un poco alternativa y de difícil digestión para las mayorías: es el símbolo de grupos sociales contestatarios que gustan de escribir con k todo lo que lleva ese sonido: okupa, anarkía…
¿Entonces? ¿Qué tiene de gracioso la letra K? En realidad la letra K no produce risa por cómo se escribe. Ni por lo que significa. Tampoco produce risa su sonido (bueno, un poco sí, no nos engañemos). Pero la verdadera razón de que la letra K sea una letra desopilante es otra.
La respuesta hay que buscarla en un fenómeno psicológico llamado “realimentación facial”.
Vayamos por partes. Los expertos en neurociencias descubrieron hace tiempo que la risa nos hace felices. Basta con hacer la mueca de la risa con la boca y, entonces, sentimos felicidad.
Es un fenómeno extraño, pero tiene bastante sentido si somos criaturas que hemos evolucionado para ser sociables. Si una persona que está con nosotros se ríe, nosotros no podemos evitar imitarlo, y entonces nos sentimos mejor, gracias a la realimentación facial.
¿Y qué tiene que ver esto con la letra K? Una pista la podemos encontrar en un experimento que se hizo con un lápiz. En 1988, el profesor Fritz Strack y sus colegas sometieron al escrutinio cómico unas caricaturas de Gary Larson. Uno grupo de participantes tuvieron que sostener un lápiz entre sus dientes, pero sin tocar los labios. Al segundo grupo se le obligó a sostener un lápiz por un extremo sólo con sus labios, no con sus dientes.
El resultado fue que el primero grupo estaba forzando una sonrisa. El segundo grupo, sin embargo, forzaba un fruncimiento de ceño. Pues bien, las caricaturas resultaron ser más o menos graciosas a la gente si previamente estaba sonriendo o estaba frunciendo el ceño.
Esto ocurre porque, al sostener el lápiz con delicadeza, las comisuras de nuestros labios apuntan hacia arriba, formando una especie de sonrisa. Este gesto tiende a generar pensamientos felices: sonreír mejora el humor aunque la sonrisa sea forzada.
Gracias a esta retroalimentación simbiótica de risa mecánica y felicidad, la K es una letra divertida. Muchas palabras que contienen el sonido de la K obligan a nuestro rostro a forzar una sonrisa. La K es graciosa, pues, porque somos seres evolutivamente sociables, porque al reír sentimos felicidad y porque la risa es contagiosa.
Un experimento realizado por Richard Wiseman llegó a la misma conclusión. Seguro que todos conocéis el siguiente chiste:
Hay dos vacas en el campo. Una dice: -Muu. La otra responde: -¡Yo iba a decir lo mismo!
Se sometió a votación este chiste, junto a otros en los que los protagonistas eran diferentes animales. En los chistes, pues, se pronunciaba la onomatopeya “muu”, “grrr” (para los tigres), “piii” (pájaros), “iik” (ratones), “guau” (perros), y así sucesivamente. El chiste de las vacas quedó en tercer lugar. En segundo lugar quedó el chiste con gatos. Y el chiste ganador fue:
Dos patos nadan en un estanque. Uno de los patos dice: -Cuak. -¡Yo iba a decir lo mismo! –dice el otro.
Sí, es justo lo que estáis pensando: el sonido de la letra K no sólo está en la onomatopeya “cuak” sino en la palabra pato (duck, en inglés).
La idea de la “K graciosa” realmente se ha incorporado a la cultura popular. En el episodio The Outrageous Okona de “Star Trek: La nueva generación”, un comediante se refiere a la idea cuando intenta explicarle el humor al androide Data. También hay un episodio de “Los Simpson” en el cual Krusty el Payaso (notad la K) visita un curandero porque tiene las cuerdas vocales paralizadas por tratar de incorporar demasiadas “K graciosas” en sus rutinas. Después de ser sanado, Krusty exclama que está sumamente contento de poder utilizar nuevamente sus K, y lo celebra gritando King Kong, cold cock (pollo frito), Kato Kaelin...
Así que ya sabéis, si queréis un poco de buen rollo en vena y no tenéis a mano un lápiz, buscad palabras que contengan el sonido de la K.