Las palabras tienen poderes ocultos, ya sea por el sonido que emiten al pronunciarse como los significados que encierran, así como los lastres culturales que arrastran. Como si fueran palabras leídas en un grimorio por Harry Potter. Los retóricos saben usar algunas parcelas de ese poder, pero existen otras ramificaciones subterráneas que apenas se pueden controlar y que, fonía a fonía, nos desvelan cómo son capaces de modificar nuestra mente gracias a la tecnología de la neuroimagen.
Y eso es especialmente significativo con determinadas figuras estilísticas, aunque, a priori, nos puedan parecer la parte aburrida, academicista, exegética, de pasatiempo de la literatura.
Por ejemplo, el oxímoron. Es decir, usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión, que genera un tercer concepto. Muerto viviente, silencio atronador, noche blanca y monstruo hermoso. Según un estudio que investigadores del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) de San Sebastián, un oxímoro, así como otras figuras retóricas, generan una intensa actividad en el área frontal izquierda del cerebro, una actividad que no se produce cuando se trata de una expresión neutra o de una incorrecta.
El descubrimiento se ha publicado en la revista NeuroImage, una de las cabeceras más prestigiosas en este campo, aunque toda la parte experimental no se ha llevado a cabo con neuroimágenes sino con electroencefalogramas.
Los investigadores varias listas de frases incorrectas, neutras, oxímoron y pleonasmos (vocablos innecesarios que añaden expresividad), empleando el mismo sustantivo como sujeto: la palabra ‘monstruo’. Después, se les mostraron estas listas a personas de entre 18 y 25 años y se midió su actividad cerebral cuando las procesaban por medio del electroencefalograma. Los resultados muestran que cuanto menos natural es la expresión más recursos requiere para ser procesada en la parte frontal izquierda del cerebro: en el caso de los oxímoron, como ‘monstruo hermoso’, 500 milisegundos después de percibirse la expresión se midió una intensa actividad cerebral en la parte frontal izquierda del cerebro, un área íntimamente relacionada con el lenguaje que los seres humanos tienen muy desarrollada en comparación con otras especies.
Vía | SINC