De repente, empezamos a tararear o silbar determinadas canciones y ya no podemos quitárnoslas de la cabeza. Tal vez el último éxito del verano, o incluso algún tema musical que odiamos profundamente. Sin embargo, está como metido en nuestra cabeza, catequísticamente. Estamos, pues, ante un gusano auditivo o neurogusano. También, en inglés, earworm, y en aleman, ohrwurm.
Habla de ello el neurólogo Oliver Sacks en su libro Musicofilia, llegando a comparar el neurogusano con “un tic o un ataque”. De algún modo, las notas musicales de la canción nos han infectado, como si fueran un virus.
La razón de que nuestro cerebro sea tan proclive a dejarse contaminar por canciones como éstas (generalmente un poco bobas) es que nuestra mente trata de completar una melodía inconclusa (según algunos psicólogos) o sencillamente es la manera de que la mente siga trabajando mientras está ociosa (según otros). Pero ¿os imagináis que existe una manera de hacer desaparecer este insidioso gusano musical?
La psicóloga Ira Hyman, de la Universidad Western Washington, sometió a un grupo de voluntarios a un bombardeo de temas de los Beatles, Lady Gagá y Beyoncé, y parece haber encontrado una solución:
Si puedes hacer algo automáticamente, como conducir o caminar eso significa que no estás usando toda tu capacidad cognitiva, de modo que queda mucho espacio libre para que tu loro interno empiece a sonar. (...) Del mismo modo, si estás intentando hacer algo realmente duro, entonces tu cerebro no se compromete lo suficiente, de modo que la música vuelve. Lo que necesitas es algo a mitad de camino, que no deje demasiado espacio libre en el cerebro. Tareas verbales como resolver anagramas o leer una buena novela pueden ayudar a mitigar el efecto bucle de la tonadilla.
Vía | Futuretech
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