Os voy a hablar del caso de un canadiense identificado con las siglas K. B., que sufrió un derrame cerebral a los 74 años. Justo entonces, empezó a hablar como un robot.
K.B. era músico aficionado, había tocado diversos instrumentos, cantaba con frecuencia y, como buen melómano, acostumbraba a escuchar su colección de discos de jazz y música clásica. En otras palabras, K. B. tenía cierta “inteligencia musical”.
Pero en julio de 1994, K. B. fue ingresado en el hospital tras sufrir un derrame que le causó una parálisis lateral izquierda y dificultades en el habla. La tomografía computarizada indicaba daños en el área frontoparietal y en el cerebro derecho.
Tras un periodo de recuperación. K. B. consiguió recuperar en gran parte el habla y la memoria. Pero persistía un problema: un ligero declive en su funcionamiento intelectual en general, sobre todo en el área musical. Seguía teniendo buen oído para las cosas en general, incluso podía identificar el sonido de los instrumentos musicales, pero ahora la música ya no le provocaba emociones ni despertaba su interés. Este caso fue ampliamente estudiado por el profesor Willi Steinke, de la Queen´s University de Kingston (Canadá).
Pero lo más chocante fue la forma en la que K. B. empezó a hablar. Aunque su personalidad era ahora más impulsiva y vehemente en general, su habla carecía de elementos prosódicos: sonaba monótona y fría. Como si su voz fuera sintética. K. B. podía estar muy enfadado por algo, ponerse colorado, apretar los puños hasta hacer crujir los metacarpianos, pero al final, cuando decía algo, su voz sonaba tan distante y notarial, que uno no sabía en realidad si K. B. estaba enfadado o no.
Como una suerte de Hal9000 sumamente emotivo.
Vía | Los neandertales cantaban rap