La mayoría de la gente detesta madrugar. El sonido pulsátil del despertador es la peor pesadilla. El sinónimo del paraíso consiste en tirar el despertador por la ventana y seguir durmiendo o remoloneando en la cama hasta la hora que nos plazca.
Y, si bien dormir las horas necesarias es un requisito indispensable para mostrar un estado de ánimo positivo, lo cierto es que madrugar es más importante de lo que creemos para ser felices.
Tal y como sugieren investigadores de la Universidad de Toronto, las personas que se despiertan más temprano o madrugan se sienten más felices y satisfechas con su vida que las personas que trasnochan, además entre más joven se tome ese hábito la felicidad será mayor.
Para llegar a esta conclusión, se entrevistaron a más de 700 personas a propósito de su hora favorita del día y cuál era su estado de ánimo. Después compararon las respuestas entre un grupo de personas con edades comprendidas entre los 17 y 38 años y otro grupo con edades comprendidas entre los 59 y 79 años.
El resultado fue que solo el 7 % del grupo joven madrugaba, mientras que el segundo grupo prefería levantarse cuando amanecía. Solo el 7 % del segundo grupo se describieron como noctámbulos o trasnochadores.
Tal y como explicó Renee Biss, de la Universidad de Toronto, a LiveScience:
Hemos encontrado que los adultos mayores informan de una mayor emoción positiva que los adultos jóvenes, y son quienes son más propensos a madrugar que los adultos jóvenes.
Puede que los trasnochadores sean menos felices porque el horario de 9 a 5 les resulta mucho más duro, o puede que haya “algo beneficioso en el hecho de levantarse temprano”, explica, como una mayor exposición a la luz natural. Renée Biss advierte, además, que los noctámbulos tienden a la depresión, llevan una vida más disoluta, es más fácil que abusen del alcohol y otras sustancias adictivas y, en consecuencia, su salud se resiente.
Algunos estudios vinculan el deseo de quedarse despierto hasta tarde con un mayor índice de depresión. Y también parecen más productivas. Según Frederick M. Brown, profesor asociado de psicología y director del Human Performance Rhythms Laboratory de la Universidad Estatal de Pensilvania:
Las personas diurnas son las que han establecido las reglas de la sociedad: cuándo hay que levantarse, cuándo se organiza todo y cuándo hay que cerrar. La gente nocturna no tiene elección.
Otro estudio de 2008 añade que, en los alumnos de la Universidad de Texas, las notas de los estudiantes que se identificaron como personas diurnas eran un punto superior a las de sus compañeros nocturnos.
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