Muchas decisiones implican incertidumbre o conocimiento imperfecto sobre cómo las opciones conducen a los resultados. Las nociones coloquiales de incertidumbre, especialmente cuando se describe una decisión como "arriesgada", a menudo también conllevan connotaciones de peligro potencial.
Algunos datos sugieren diferencias estables de género y culturales en las actitudes hacia la incertidumbre. Las mujeres, por ejemplo, son más adversas a la incertidumbre en todos los dominios, excepto en la toma de decisiones sociales.
Decisiones bajo incertidumbre
La extensa investigación económica sobre la toma de decisiones bajo incertidumbre deja sin respuesta la pregunta de qué mecanismos cerebrales subyacen a estos fenómenos de comportamiento. Por ejemplo, ¿cómo gestiona el cerebro la incertidumbre? ¿Existen regiones distintas que procesan diferentes formas de incertidumbre? ¿Cuáles son las contribuciones de los sistemas cerebrales para la recompensa, el control ejecutivo y otros procesos?
Lo que sí afirma el neurocientífico en el Wellcome Trust Center for Neuroimaging en University College London Chris Firth en un estudio es que dos cabezas son mejores que una.
En el estudio se solicitó a dos voluntarios que trataran de detectar cuándo se producía una señal visual muy débil. Si no estaban de acuerdo, discutían lo que habían visto. Las respuestas conjuntas fueron significativamente mejores que las dadas por las personas más competentes que trabajan por su cuenta. El estudio reveló también que esto se debía a que hablaban entre ellos sobre lo que acababan de ver y la seguridad que había en su percepción. Los resultados incluso han sido ya replicados.
¿Por qué dos cabezas mejor que una?
Según Firth, la razón de que dos cabezas lleguen a mejores resultados que una tiene que ver con que nuestros sentidos son muy imperfectos. A menudo, tenemos que tomar decisiones sobre la base de lo que acabamos de escuchar o ver, pero esas percepciones pueden ser erróneas.
La información errónea e irrelevante (ruido) será diferente para cada individuo y, trabajando en conjunto, a menudo se puede cancelar para que solo quede la información relevante (señal).
Una segunda razón para explicar la superioridad de las decisiones grupales es que el conocimiento individual siempre es limitado. Todos tenemos experiencias diferentes y, como resultado, sabemos cosas diferentes. Dos cabezas contendrán más conocimiento que una, y un grupo más grande tendrá aún más conocimiento para agrupar, especialmente si se trata de un grupo diverso. Estas ventajas son sólo las más obvias.
Pero las decisiones grupales también pueden superar algunos de los problemas que afectan a las decisiones individuales, como los sesgos. Por ejemplo, en otro estudio se pidió a estudiantes de psicología que resolvieran un acertijo lógico conocido llamado tarea de selección de Wason. Algunos estudiantes resolvieron el rompecabezas por su cuenta; algunos lo resolvieron en grupos de cinco o seis; y algunos lo hicieron primero por su cuenta y luego en grupos. Los resultados fueron muy claros. Las personas que trabajan a solas por lo general dieron una respuesta incorrecta, mientras que los grupos generalmente dieron la respuesta correcta. El análisis de lo que discutieron los grupos mostró que los estudiantes se desafiaban mutuamente para justificar sus respuestas y considerar alternativas.
Eso no significa necesariamente que los grupos sean mejores que las personas individuales en todos los casos. En los grupos también pueden producirse otros sesgos, como el endogrupal, y las personas pueden llegar a opinar lo que opina la mayoría para no ser excluido. Tal vez el grupo esté siendo dirigido por un orador especialmente confiado y carismático que usa la retórica de forma extraordinaria. Pero en algunos contextos, la deliberación grupal parece más eficaz que la deliberación individual.
Y, luego, naturalmente, están los problemas de comunicación que siempre hay entre las personas. En ese sentido, los problemas se minimizan si hay afinidad entre los individuos que conforman el grupo. La comunicación es más fácil cuando las personas son similares, han leído los mismos libros y, en general, tienen el mismo conocimiento previo y los mismos sesgos inconscientes. Y, sin embargo, paradójicamente, el impulso para mejorar la comunicación en realidad puede disminuir las ventajas de la diversidad. A menos diversidad, también menor probabilidad de hallar respuestas correctas.
Todos estos matices deben tenerse en cuenta a la hora de abordar un problema, ya sea de forma individual como grupal. Incluso en la simple toma de decisiones de un matrimonio, en la que hay dos cabezas pensantes que, con el tiempo, tiende a parecerse más entre sí.
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