El exceso de confianza de los hombres, y la falta de confianza de las mujeres (y II)

En la anterior entrega de este artículo analizábamos cómo los sesgos sexuales producían distorsiones acerca de las propias habilidades y competencias, en función de si uno era hombre o mujer.

Estas diferencias se advierten incluso en cuestiones muy sutiles, como la forma de percibir los errores que se cometen.

Si se trata de una mujer, tenderá a ser más dura con ella misma, más exigente. Sin embargo, los hombres parece que tienden a olvidar más fácilmente sus propios errores. Tal y como abunda en ello Joseph Hallinan en su libro Las trampas de la mente:

Y parece que los errores persiguen a las mujeres de un modo que no lo hacen con los hombres. Por ejemplo, en las entrevistas, las mujeres indican que las situaciones que tienen que ver con fracasos afectan a su autoestima más que las situaciones que tienen que ver con sus éxitos; en el caso de los hombres no se ha informado de tal diferencia. También en muchos rasgos se ha encontrado que las mujeres son menos optimistas (o quizá más realistas) que los hombres.
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Mentiras

Los hombres y las mujeres incluso usan la mentira de forma distinta. Los universitarios, por ejemplo, mienten más sobre sí mismos, exagerando sus planes y sus logros. Las universitarias, por su parte, tienden a mentir para dejar mejor a otras personas.

Según sugiere un estudio de la Universidad de Ohio, publicado en la revista Sex Roles, mientras ellos tienden a exagerar el número de encuentros sexuales para parecer más machos, las mujeres prefieren aparentar que tienen menos experiencia de la que realmente tienen. Según Terri Fisher, autora del estudio y profesora de psicología de la Universidad de Ohio:

La sexualidad es la única área donde la gente siente cierta preocupación si no responde a los estereotipos de un típico hombre o una típica mujer.

Sentido de la orientación

Otra idea muy arraigada, junto a que los hombres son más competentes en matemáticas que las mujeres, es que los hombres se orientan mejor. Es posible que haya sustento neurobiológico para ello, pero lo que está claro es que el contexto cultural también alimenta el prejuicio, en vez de desincentivarlo.

Los hombres, en parte, tienen mejor orientación porque tienen más confianza en sí mismos. Alrededor de los ocho años, los niños tienen una libertad de movimientos en su casa que las niñas no tienen:

Como sucede con la mayoría de los aprendizajes, una experiencia activa es mucho mejor que una experiencia pasiva. Por ejemplo, para que los pequeños amplían su margen de libertad de acción no basta con que den una gran vuelta en autobús para ir a la escuela, porque los niños hacen lo mismo que los adultos cuando se enfrentan a un largo y monótono viaje cada día, de casa a la escuela: desconectan. Pueden mirar fijamente por la ventana, pero no perciben su entorno. Y lo importante es esa percepción consciente. Cuando a los niños se les permite moverse libremente por una zona e investigar las rocas, los árboles, los riachuelos, etc., parecen desarrollar una comprensión más profunda del lugar.

Imágenes | Olessya

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