Uno de mis gags favoritos de Monty Phyton ocurre en las trincheras de la Segunda Guerra Mundial, cuando emplean el Chiste Más Divertido del Mundo para matar al enemigo de risa. Por supuesto, los soldados deben contarse en chiste entre sí en pequeños fragmentos para que no les produzca el ataque mortal de risa.
Algo parecido a eso es lo que ocurrió en Tanzania en 1962, en un internado femenino de una misión del distrito de Bukoba. De repente, entre las colegiales, brotó una epidemia de risa contagiosa… que afectó a 1.000 personas.
El ataque de risa duraba entre unos minutos hasta unas horas. A continuación seguía una fase de conducta normal y, por último, se producían arias recaídas a lo largo de un periodo que podía llegar a los 16 días. Afortunadamente, no hubo ningún caso mortal.
Los médicos que examinaron el brote descubrieron que todos los pacientes habían mantenido un contacto reciente con otra persona que ya padecía la dolencia. También se trataron de descubrir las causas biológicas de esta singular epidemia, llevando a cabo pruebas de laboratorio, exámenes físicos y punciones lumbares, así como el examen de los alimentos en busca de toxinas.
No encontraron nada. Todo parecía ser una especie de histeria epidémica (pues, si bien todos reían, nadie lo pasaba bien riendo).
El relato pormenorizado de la propagación de la risa fue tal que así:
La epidemia empezó el 30 de enero de 1962 cuando tres chicas de entre doce y dieciocho años empezaron a reír de forma descontrolada. Y se extendió con rapidez. Al poco, la mayor parte de las personas relacionadas de alguna manera con el internado padecían de una afección muy grave: la risa tonta. El 18 de marzo, 95 de las 159 alumnas sufrían la dolencia y el colegio se vio obligado a cerrar sus puertas. Las alumnas regresaron a sus pueblos y aldeas. Diez días después estalló otro brote de risa incontrolable en la aldea de Nshamba, situada a noventa kilómetros del colegio, donde vivían algunas alumnas. Hubo un total de 217 personas afectadas. Otras niñas regrearon a su pueblo, que estaba próximo a la escuela secundaria de Ramanshenye, que se vio afectada por la epidemia a mediados de junio. Esta escuela también tuvo que cerrar, porque 48 de sus 154 alumnas padecían de risa incontrolable. El 18 de julio se produjo otro brote en la aldea de Kanyangereka, y, de nuevo, porque una alumna había vuelto a casa.
Esta clase de contagios masivos de las emociones se denomina enfermedad psicogénica masiva (EPM). En el próximo artículo os hablé de ella.
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