Son innumerables los reclamos publicitarios que prometen aumentar el tamaño del pene de los hombres, así como la obtención de erecciones más duraderas. Sin embargo, la potencia sexual tiene mucho que ver con la autoestima y la seguridad en uno mismo. Y sobre todo tiene que ver con la falta de paranoia.
Una paranoia muy ligada a la cultura de diversos países asiáticos. Allí se ha documentado una dolencia llamada koro.
Los hombres que la sufren experimentan una fuerte ansiedad causada por el convencimiento de que su pene está empezando a retraerse, que terminará desapareciendo en su abdomen y que, como consecuencia de ello, podrían morir.
El tratamiento consiste en pedir a los familiares de más confianza del afectado que le sostengan el pene las 24 horas del día durante varios días para evitar el temido retroceso.
Obviamente, no hay evidencia biomédica o etiológica clara de esta dolencia. Más bien parece una dolencia producto de la histeria, del miedo, de la paranoia. Pero lo cierto es que se han documentado epidemias de koro en Malasia y el sur de China (donde lo llaman sou yang).
El estado físico de una persona, pues, puede propagarse fácilmente entre la gente que rodea a esa persona. Incluso si ese estado físico es sólo es producto de la hipocondría más aguda.
Para demostrar esto, un grupo de investigadores alemanes estudió la posible transmisión de dolor de espalda mediante un experimento natural que fue posible gracias a la reunificación de Alemania. Antes de la caída del Muro de Berlín, a los alemanes orientales les dolía menos la espalda que a los occidentales.
Pero después de 10 años de reunificarse, a los ex alemanes orientales la espalda ya les dolía tanto como a los alemanes orientales de la antigua Alemania Occidental.
Si bien los medios de comunicación podrían haber influido en ello (por ejemplo, diciendo que el dolor de espalda es frecuente e inevitable, sugestionando así a la población), los investigadores sostenían que el dolor de espalda también era una enfermedad comunicable cuya transmisión podía interrumpirse mediante una especie de “descontaminación psicosocial”. Tal y como podría ocurrir con el koro.
Esta manera de enfocar el problema de determinadas dolencias podría explicar, por ejemplo, las diferencias tan acusadas que existen de números de personas con dolor de espalda en diversos países industrializados. En EEUU, el índice de dolor de espalda entre la población activa es del 10 %. En Reino Unido, del 36 %. En Alemania, del 62 %. En Dinamarca, del 45 %. En Hong Kong, del 22 %.
El índice de koro en occidente es 0 %. Y espero que este artículo no influya en nadie para que empiecen a propagarse los primeros casos de los increíbles penes menguantes.
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