El Proyecto Venus (I): un lugar donde el dinero no vale nada

Un meme es una unidad de información que se transmite fácilmente de cerebro a cerebro, como la sintonía de un anuncio de televisión, replicándose del mismo modo que lo hacen los genes de nuestro cuerpo. Los memes son genes culturales que utilizan los cerebros para reproducirse y expandirse. El tipo de información o nube de memes a la que estamos expuestos, pues, resulta fundamental en la construcción de nuestras ideas, nuestros prejuicios, nuestras aspiraciones y nuestra cultura en general.

Por ello, un régimen totalitario que, ante todo, prohíba el libre movimiento del pensamiento, la libre circulación de esos agentes evanescentes llamados memes que son capaces de adoptar formas tan distintas entre sí como un sonido, un texto impreso o una imagen icónica, acabará también dominando la forma de comportarse de sus súbditos. Porque el que controla los memes, controla los genes de nuestras ideas.

Así pues, al igual que ocurre con las comunidades Amish o la secta religiosa fundamentalista de los hutteritas, que viven a expensas de la realidad cultural del mundo, alguien que pretenda, por ejemplo, organizar una sociedad que viva desprendida del dinero y de sus abyectos intereses, en primer lugar deberá aislarla del resto del mundo. Creando una suerte de vecindario viral o guetto sociocultural, vigorosamente cegado a la realidad multicultural. Una microsociedad purificada e inmune al entorno excluido artificialmente.

Esta idea tal vez parezca demasiado exagerada, propia de una pesadilla distópica a lo Un mundo feliz de Aldous Huxley, pero la actitud de determinadas sectas religiosas fundamentalistas no distan mucho de estos planteamientos de control social. En ese sentido, el Proyecto Venus persigue unos fines similares aunque sin aplicar tanto grado control.

EL DINERO ESTÁ SUCIO

Así de taxativo se ha puesto un grupo educativo de expertos ubicado en un Centro de Investigación de 25 acres localizado en Venus, Florida. Su proyecto consiste en rediseñar la cultura de la humanidad desde una base sociológica. Dado que la política y la economía se han visto desbordadas a la hora de gestionar los cambios gestálticos de la sociedad, el Proyecto Venus aborda el problema desde un punto de vista diferente: si no se puede cambiar el mundo, construyamos otro mundo alternativo con nuevas bases ideológicas. Una nueva sociedad fundada en los recursos globales y no en el poder del dinero.

A grandes rasgos, un sistema social basado en recursos es aquél en el que todos los bienes y servicios están disponibles sin el empleo del dinero, créditos, trueque o cualquier otra forma de deuda o servidumbre, pues se parte de la base de que existen suficientes recursos para todos. Recursos que van más allá del alimento, la educación o la asistencia sanitaria, pues incluye un suministro casi ilimitado de energías renovables no contaminantes; todo ello gracias a los grandes avances tecnológicos de las últimas décadas. Cuando todos estos recursos están disponibles para toda la gente, sin una etiqueta de precio, no habrá ningún límite al potencial humano.

En este sistema social, el éxito y el estatus estarían basados en la persecución de búsquedas individuales más que en la adquisición de riqueza, propiedades y poder en general. Imaginaos la escena final de Fight Club, de David Fincher, cuando todos los edificios de las entidades financieras empiezan a derrumbarse después de que el subversivo Tyler Durden haya instalado explosivos en sus pilares maestros. Un cambio de conciencia global. Su ideólogo principal, Jacque Fresco, aporta el siguiente ejemplo:

Al comienzo de la II Guerra Mundial, los Estados Unidos apenas tenían unos 600 aviones de combate de primera clase. Rápidamente superamos este escaso suministro produciendo más de 90 mil aviones por año. La cuestión al comienzo de la II Guerra era: ¿Tenemos los fondos suficientes para producir los insumos requeridos para la guerra? La respuesta era No, no teníamos el dinero necesario, ni el oro; pero sí teníamos recursos más que suficientes. Fue la disponibilidad de recursos lo que permitió a Estados Unidos obtener una mayor producción y lograr la eficiencia requerida para ganar la Guerra. Desafortunadamente, a esto solo se lo considera en tiempos de guerra.

Todo suena sumamente utópico, como si hubiera sido pronunciado en una reunión de hippies en una comuna con mucha marihuana en el ambiente; algo así como la comuna agraria llamada Fruitlands que nació en el Massachussets de 1844. Y más utópica suena aún si nos fijamos hasta qué punto las sociedades han llegado a adorar el papel moneda o los delirantes casos de devaluación de la moneda que han sufrido mucho países, como Zimbabue, donde las cotas de inflación han llegado a alcanzar el 100.000 % y un billete de 10 millones de dólares zimbabuenses apenas valía en realidad 3 dólares estadounidenses. O el famoso caso de los años 1920 en la República de Weimar, en Alemania, donde un dólar llegó a costar 14,2 billones (con B) de marcos. Y caso parecidos los encontramos en Indonesia, Vietnam, Irán y otros tantos lugares donde se emiten billetes de 500.000 dongs o de 100.000 rupias que en realidad son pura calderilla.

Pero Jacque Fresco, un ingeniero diseñador de 90 años de edad que domina diversos campos artísticos y tecnológicos y que está considerado por muchos como el Leonardo Da Vinci de nuestra época, se tomó muy en serio todas estas ideas y ha puesto en funcionamiento toda su influencia para hacerlas realidad.

En la próxima entrega de esta serie de artículos os explicaré su visión.

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