Tengo un amigo que nunca terminó sus estudios (de hecho le cuesta leer con fluidez) y que cuando habla es algo dislálico, adoleciendo de un vocabulario irregular, donde se mezclan términos pedantes con vulgarismos. Pero lo peor viene cuando escribe. En ocasiones, la gente necesita una piedra Rosseta para descifrar sus jeroglíficos. Por ello, siempre me creí especial cuando estaba con él: yo era capaz de ver un sustrato interesante en aquel guirigay, decodificaba cierta clase de poesía en su jerigonza altisonante.
Con esto quiero decir que, a pesar de su evidente dislexia, siempre me pareció un tipo que razonaba a un nivel por encima de la media. Recientemente, la neurociencia parece estar hallando cada vez más pistas sobre una posible relación entre la genialidad y la dislexia.
Por ejemplo, genios de la ciencia como Thomas Edison, Leonardo da Vinci o Albert Einstein podrían haber padecido diferentes grados de dislexia.
Edison, debido a ello (y también a su mala salud) ni siquiera pudo acudir a un colegio normal. Pero acabó convirtiéndose en un dechado de creatividad, ostentando el record de mayor número de patentes concedidas por la Oficina de Patentes de Estados Unidos
Leonardo da Vinci, polifacético donde los haya, ha dejado tras de sí unas notas manuscritas tan extravagantes que todo parece indicar que también sufría dislexia. Sus notas contenían muchos errores sintácticos y ortográficos, además de insólitos errores idiomáticos. Varios de sus biógrafos hacen mención de sus dificultades con la lengua y la capacidad lectora. De hecho, le propio Leonardo dejó escrito que uno de sus ideales en la vida era que alguien cercano pudiera leerle.
El neuropsiquiatra P. G. Aaron sostiene que los problemas de Leonardo con la lectura y la escritura eran producto de un poderoso “mecanismo compensatorio del hemisferio derecho”.
¿Y Albert Einstein? Por de pronto, no habló hasta los tres años, y fue un mediocre en toda materia que exigiera la recuperación léxica, como los idiomas extranjeros. El propio Einstein admitía:
Mi principal defecto era una mala memoria, especialmente para las palabras y los textos.
Neurocientíficos canadienses llevaron a cabo una autopsia del cerebro de Einstein, descubriendo una simetría entre los hemisferios en sus dilatados lóbulos parietales, en lugar del patrón más habitual de asimetría.
Todavía no están claras las relaciones entre dislexia y talento en determinadas áreas, mayormente científicas (diseño, reconocimiento de patrones, deducción, previsión de tendencias a través de grandes cantidades de datos), pero el neurólogo Al Galaburda sospecha que la creatividad y el pensamiento más heterodoxo se forman con más facilidad en esta clase de cerebros:
En un principio, los circuitos del hemisferio izquierdo que no se forman permiten que los circuitos del hemisferio derecho pueblen las sinapsis vacías. Más tarde, puesto que ellos no leen, se hacen mejores en otras cosas, en especial porque tienen una buena maquinaria para ello.
Vía | Cómo aprendemos a leer de Maryanne Wolf