Tendemos a pensar que las personas que defienden ideologías diametralmente opuestas a las nuestras no solo están equivocadas, sino que en ellos anida el mal, cuando en nosotros anida el bien. Esto sucede porque las ideologías políticas tienen un alto componente de insignia tribal.
Cuando se trata de dicotomías tipo derechas/izquierdas el efecto es aún más profundo. Sin embargo, ambas posturas persiguen el bien, aunque sea de manera distinta.
Matriz moral
En el libro La mente de los justos, Jonathan Haidt habla de matriz morales para describir el paradigma moral sobre el que se funda lo que uno considera correcto o incorrecto. Ese matriz no nace tanto de la razón como de la intuición. Está en parte biológicamente determinado por nuestros genes.
El matriz moral de la izquierda política, en Estados Unidos y en otros lugares, se basa mucho más en el fundamento del cuidado, la protección y la empatía general que las matrices de los conservadores.
Es decir, que una persona de izquierdas puede llevar una chapa en la que ponga "Salva a Darfur" o una pegatina con una consigna que invite a a la gente a proteger a víctimas inocentes. Un conservador, por el contrario, te invitará también a que sientas cuidado, protección y empatía, pero no tanto a personas de otros países o animales, sino hacia las personas que se han sacrificado por el grupo. Es decir, no es universalista: es más local, y está imbricado con la lealtad.
Los cristianos conservadores mandan gran cantidad de dinero al extranjero y brindan una gran ayuda a los pobres, pero generalmente se hace a través de grupos de misioneros que se esfuerzan por añadir conversos al grupo. Sigue siendo una forma de cuidado parroquial, no de cuidado universalista.
El instinto de empatizar con el dolor ajeno, es decir, el matriz moral de cuidar a los demás, evolucionó en respuesta al desafío adaptativo de cuidar a niños vulnerables. Nos hace sensibles a los signos de sufrimiento y necesidad; nos hace despreciar la crueldad y querer cuidar a aquellos que sufren.
En función de nuestra ideología, nos inclinaremos ligeramente más hacia una empatía más de grupo (cuidar de los nuestros) y menos general (cuidar como símbolo, aunque eso suponga cuidar menos de los nuestros). Ambas posturas tienen sus pros y contras. Ambas, a su vez, son necesarias para dar respuesta a las necesidades de las sociedades complejas. En ese sentido, la diversidad es nuestra mejor arma. Y los votantes de derechas y de izquierdas, unidos, hacen de este mundo un lugar mejor de distintas maneras.
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