La historia de la desigualdad entre seres humanos según su inteligencia (y IV)

La creatividad sigue siendo un elemento misterioso que no suele tenerse demasiado en cuenta a la hora de medir la inteligencia de una persona. La creatividad permite asociar repentinamente ideas que hasta entonces habían permanecido inconexas, y esta asociación se produce a partir de un elemento común.

Muchos problemas, por ejemplo, sólo pueden resolverse con grandes dosis de creatividad. Como el problema al que el tirano de Siracusa encomendó a Arquímedes: ¿cómo saber si la corona que le habían obsequiado era de oro y no una aleación de oro y plata?

Arquímedes conocía el peso específico del oro y de la plata. Pero no había forma de medir el volumen de un objeto tan irregular como una corona sin fundirla y vaciarla en un recipiente. Entonces tomó un baño mientras pensaba en cómo resolver su problema, y se dio cuenta de que el nivel del agua ascendía a medida que él entraba en ella. El agua desplazada era igual al volumen del cuerpo sumergido en ella.

Arquímedes ya sabía que el nivel de agua ascendía cuando el se metía en ella. Pero no se dio cuenta de las consecuencias de ello hasta que no mezcló su problema de la corona con este hecho cotidiano.

Koestler llama a esto un “acto bisociativo”. Normalmente se experimenta como una “fulguración”, como una chispa que se enciende, un “eureka” a lo Arquímedes. La capacidad bisociativa de nuestra mente también es la responsable de multitud de chistes o de metáforas.

Los individuos creativos no temen la ambivalencia, la contradicción y la complejidad. Al contrario, les sirven de estímulo.

Así pues, existe una relación estructural entre la creatividad, el humor y el gusto por las analogías y las metáforas. La raíz común de todos ellos en el pensamiento bisociativo, ayudado evidentemente por esa inclinación a lo que Edward de Bono ha denominado “lateral thinking” (por oposición al “vertical thinking”) cuyos elementos son: receptividad hacia las ideas nuevas, tendencia a saltar de nivel, predilección por las soluciones más inverosímiles y capacidad para plantear nuevos problemas. Vía | La cultura de Dietrich Schwanitz

Portada de Xataka Ciencia