La neofobia no se refiere a mostrar repugnancia por un sabor en particular, sino al miedo activo a probarlo, a prejuzgarlo. Es un comportamiento que suele darse en niños, y también en algunos adultos.
En el caso de los niños, la neofobia puede superarse simplemente dándole de comer el alimento en numerosas ocasiones, a menudo pueden ser necesaria quince veces o más, hasta que el niño advierte que el sabor no es tan malo, y que incluso está bueno.
El mayor escollo que presenta esta forma de combatir la neofobia es que, en primera instancia, el alimento debe ser probado, a peasr de la renuencia inicial, tal y como explica Bee Wilson en su libro El primer bocado:
Exponer a un niño al brócoli muchas veces es más fácil de decir que de hacer. Tal como sabe cualquier padre o madre que haya intentado darle de comer a un niño reacio, las estrategias bienintencionadas a menudo son contraproducentes. Decir "cómete la verdura y después te daré un caramelo" tiene su riesgo porque hace que el niño todavía le coja más manía a la verdura. Los psicólogos lo llaman efecto de sobrejustificación. Cuando por hacer algo se nos da un premio, la actividad en cuestión se valora menos. Al niño le acaban gustando más los caramelos porque se han convertido en un premio.
La mayoría de niños superan la peor fase del miedo a los alimentos nuevos a los seis o siete años. Hasta esa edad, se considera una fase normal del desarrollo infantil.
Imagen | rikofoto
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