El Feng Shui es un sistema ancestral de estética chino que pretende utilizar las leyes del Cielo (astronomía) y la Tierra (geografía) para ayudar a mejorar la vida recibiendo qi positivo. Por supuesto, no tiene ningún sustento científico, aunque mucha gente lo practique y se vendan libros sobre el tema a cascoporro.
Sin embargo, si el tema os interesa desde la óptica científica, existe una disciplina paralela que sí tiene cierto sostén: la neuroarquitectura. En ese sentido, Feng Shui y neuroarquitectura son como comparar un niño con el Exin Castillos o un licenciado en arquitectura: si el primero acierta, no sabrá muy bien la razón y, además, darás más palos de ciego por el camino.
Basándose en la premisa de que la arquitectura están concebida como resultado del funcionamiento de nuestro cerebro, la neuroarquitectura aspira a llegar más lejos que las simples ideas de funcionalidad y estética.
Algunas preguntas que se plantea la neuroarquitectura son, según Francisco Mora:
¿Por qué nos sentimos bien en una iglesia hermosa o en los claustros de un espacioso monasterio? ¿Por qué obtienen mejores resultados los alumnos que aprenden en clases con enormes ventanales y mucha luz? ¿Por qué se recuperan mejor y más deprisa los enfermos en algunos modernos hospitales prototipos, en los que todo son espacios naturales y verdes? ¿Por qué ciertos ambientes de ciudades, viviendas y o trabajo generan descontento y agresión? (…) ¿Hemos estado equivocados hasta ahora y posiblemente edificado nuestro entorno alejados de los códigos más primitivos de nuestro cerebro construidos durante millones de años?
La neuroarquitectura es una disciplina emergente que en Estados Unidos, que cuenta incluso con una Academia de Neurociencia para Arquitectura. Eve Edelstein, profesora asociada de la NewSchool of Architecture & Design en San Diego:
Se trata de considerar cómo cada aspecto de un entorno arquitectónico podría influir sobre determinados procesos cerebrales, como los que tienen que ver con el estrés, la emoción y la memoria.
La fundamentación científica de esta hibridación entre la tradicional arquitectura y el estudio del cerebro es el trabajo pionero del neurocientífico Fred H. Gage que en 1998 junto con otro colega, Peter Eriksson, anuncio mundialmente el descubrimiento de que el cerebro humano es capaz de producir nuevas células nerviosas (neuronas) y que esto se facilita con un entorno estimulantemente rico.
Vía | El científico curioso de Francisco Mora