Primero lo primero, la única manera realmente efectiva de adelgazar, y de que esa pérdida de peso sea duradera en el tiempo, es hacer un cambio de hábitos, comer sano y realizar ejercicio. Sin embargo, empezar a hacer ese cambio no siempre es sencillo, ya que estamos muy metidos en nuestra rutina, no sabemos cómo cambiarla o hay algunos problemas detrás que hacen que mantengamos esos hábitos poco saludables. Ahí es donde la psicología nos puede echar una mano, y ayudar a llevar a cabo dichos cambios. Aquí os dejamos una lista de técnicas que podéis poner en práctica para ayudaros a comenzar vuestro nuevo estilo de vida saludable.
Estrategias psicológicas que nos ayudan a adelgazar
Ir a la compra con el estómago lleno
Hacer la compra con hambre no solo provoca que compremos más comida de la que teníamos prevista, además, tirando probablemente por la más llamativa y menos nutritiva - el tipo de comida que sacia rápido, sin aportar ningún tipo de beneficio nutricional y provocando que tengas hambre de nuevo en muy poco tiempo - sino que, además, según un estudio de Jing Xu y su equipo, provoca, incluso, que quieras comprar más cosas materiales no relacionadas con comida.
Usar la imaginación
Algunos estudios sugieren que imaginarte numerosas veces comiendo un tipo de comida concreta hace que acabes sintiendo menos deseo de comer ese alimento y, por lo tanto, lo comas menos. Es decir, que hacerte una representación mental puede generar habituación al estímulo. Esta puede ser una técnica útil si hay algún alimento concreto que sabes que no es sano, pero siente mucho deseo de comer. De todas formas, esta técnica solo debería llevarse a cabo cuando estamos dispuestos a dedicarle tiempo y esfuerzo, porque imaginarte comiendo un alimento unas pocas veces - y no las suficientes como para crear la habituación - puede provocar el efecto contrario y acabemos comiendo más.
Aprender a manejar la impulsividad
La realidad es que, probablemente, necesitemos ayuda de un profesional de la psicología para este punto, pero según alguno estudios, entre ellos uno realizado por Lumley y su equipo, una mayor impulsividad podría estar relacionada con un mayor consumo de comida con grandes cantidades de grasas saturadas y azúcar añadido. Aprender a controlar nuestra impulsividad podría ser de gran ayuda para mejorar nuestra alimentación.
No hacer dieta
Esto puede sonar contradictorio, pero la realidad es que hacer dieta y tener unas restricciones muy grandes en cuanto a los alimentos puede provocar un antojo intenso y difícilmente controlable de consumir esos alimentos "prohibidos". Lo ideal es hacer, poco a poco, un cambio en los hábitos alimenticios, sin hacer dietas restrictivas.
Tratar la ansiedad
En este caso, igual que en el caso de la impulsividad, lo más probable es que necesitemos ayuda de un profesional. Aunque hay algunas técnicas básicas, como aprender a hacer respiraciones diafragmáticas o la relajación progresiva de Jacobson que podemos aprender y nos ayudarán. En cualquier caso, los problemas de ansiedad, según investigaciones como la de Fitzsimmons-Craft, puede provocar que nos demos atracones de comida, probablemente, como método para controlar la ansiedad. Si aprendemos a manejar la ansiedad con técnicas más eficaces y saludables, podríamos evitar tener que recurrir a dichos atracones.
Romper la asociación entre nuestro círculo social y la comida
La realidad es que muchos de nosotros asociamos la comida a las reuniones sociales. El problema viene en que, según algunas investigaciones, asociamos las reuniones con amigos a la comida insana o comida basura. Por lo tanto, es más posible que aunque en casa nos cuidemos, cuando salgamos con los amigos acabemos comiendo alimentos que sabemos que son poco sanos y perjudiciales. Romper esa asociación podría ayudarnos a mantener hábitos saludables estemos con quien estemos.
Si no lo veo, no lo como
Según Wansink y su equipo, comemos lo que tenemos a la vista. Estos investigadores encontraron que las personas que en sus cocinas tenían a la vista fruta, pesaban menos que las que tenían a la vista dulces, cereales o bebidas azucaradas. El consejo, por lo tanto, sería retirar de nuestro hogar, o al menos de nuestra vista, los alimentos menos sanos y cambiarlos por los sanos. Porque nos comeremos lo que veamos.
Como podemos ver, todas las técnicas están dirigidas a hacernos más fácil el pasar sin esa comida insana a la que tan acostumbrados estamos y el facilitarnos la transición hacía una vida saludable, sin recetas mágicas, además de tratar los problemas subyacentes, como la ansiedad, que pueden estar manteniendo nuestro estilo de vida poco saludable. Cuanto más los pongamos en práctica, más saludables nos sentiremos y más fácil será convertir este cambio de rutina en un hábito.
Imágenes | Unsplash
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