Algunas personas, cuando sufren migrañas, sienten una especie de aura: destellos que atraviesan su campo visual, zigzagueando. Este fenómeno no entraña ningún misterio. Sin embargo, con menos frecuencia, hay pacientes que se refieren a figuras geométricas más intrincadas: retículas, espirales, embudos y telarañas que se mueve, giran y se transforman constantemente.
Uno de los primeros libros que se refieren a este extraño fenómeno fue On Megrim, Sick-Headache, and Some Allied Disorders: A Contribution to the Pathology of Nerve Stonns de Edward Liveing, escrito en la década de 1860. En On Sensorial Vision, John Frederick Herschel, hijo de Frederick Herschel, ambos astrónomos que padecían migrañas “visuales”, también escribieron sobre ello.
El joven Herschel se aventuraba a especular sobre la posible naturaleza y sobre el origen de estos fenómenos. Pensaba que podían representar “una suerte de capacidad caleidoscópica”, una primitiva fuerza generadora de la mente de las etapas previas a la percepción.
El neurólogo Oliver Sacks relaciona estos fenómenos con la teoría del caos, que a su juicio emergerían de la interacción entre un amplio número de elementos (en este caso los millones de células nerviosas del córtex visual primario):
Hay “comportamientos universales” que son resultado de estas interacciones; comportamientos que revelan la organización de estos sistemas dinámicos y no lineales. Tienden a adoptar una pauta compleja y reiterativa en el espacio y en el tiempo (precisamente el upo de retículas, embudos, espirales y telarañas que aparecen en las alucinaciones geométricas de la migraña. Este tipo de comportamientos caóticos se ha observado actualmente en una amplia gama de sistemas naturales, desde los excéntricos movimientos de Plutón hasta las sorprendentes pautas que siguen ciertas reacciones químicas, o la multiplicación de los hongos según los caprichos climáticos. Un fenómeno hasta el momento insignificante o desatendido, como el de las visiones geométricas del aura migrañosa, cobra así una nueva importancia. Nos muestra, bajo la apariencia de una alucinación, no sólo una actividad elemental del córtex cerebral, sino también el funcionamiento global de un sistema autónomo, de un comportamiento universal.
¿Tal vez una idea demasiado aventurada por parte de Oliver Sacks?
Vía | Historias de la ciencia y del olvido de Oliver Sacks