La sonrisa de Duchenne, probablemente la sonrisa más sincera

Los filósofos griegos, en el siglo IV a.C., ya sugirieron que las emociones internas podían ser observadas a través de las expresiones faciales. Los rostros humanos, de hecho, están particularmente diseñados para reflejar emociones positivas, hasta el punto de que disponemos de muchos tipos de sonrisa.

Pero también somos muy capaces de fingir la sonrisa para salir airosos en un encuentro social o para tratar de caer bien a alguien. Con todo, hay un tipo de sonrisa que resulta difícil de fingir, y por tanto se considera el epítome de lo genuino.

Duchenne

Nuestra boca transmite nuestra felicidad a través de diferentes tipos de sonrisas. Las sonrisas se contagian especialmente entre los seres humanos, y precisamente por eso sonreímos mucho menos cuando estamos solos que al estar acompañados: las sonrisas son engrasadores sociales.

Paul Ekman, un psicólogo que ha sido un pionero en el estudio de las emociones y sus relaciones con la expresión facial, identificó 18 tipos diferentes de sonrisa basados en distintas combinaciones de los 15 músculos faciales implicados. Daniel Goleman describe alguna de ellas en su libro Inteligencia social:

Entre ellas cabe señalar, por nombrar sólo unas pocas, la sonrisa postiza que parece pegada a un rostro infeliz y transmite una actitud del tipo sonríe y apechuga que parece el reflejo mismo de la resignación; la sonrisa cruel que exhibe la persona malvada que disfruta haciendo daño a los demás y la sonrisa distante característica de Charlie Chaplin, que moviliza un músculo que la mayoría de la gente no puede mover voluntariamente y parece, como dice Ekman, reírse de la risa.

Una de las más conocidas, sin embargo, es la sonrisa de Duchenne, que se considera generalmente como la sonrisa más genuina y espontánea. Es un tipo de sonrisa que involucra la contracción de los músculos cigomático mayor y menor cerca de la boca, los cuales elevan la comisura de los labios, y el músculo orbicular cerca de los ojos, cuya contracción eleva las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos.

Las sonrisas, de hecho, resultan tan importantes para el ser humano, que incluso los bebés las captan en los monos.

Ciertamente, la risa puede ser la distancia más corta entre dos cerebros, provocando un contagio irrefrenable que establece un vínculo social inmediato. Cuanto más amigos sean dos adolescentes, por ejemplo, más atolondradamente se reirán y mayor será la sincronía que experimentarán o, dicho en otras palabras, mayor será su resonancia, hasta el punto de que lo que para un padre puede simplemente parecerle un bullicio infernal puede resultar, para su hijo, el paradigma de la proximidad.

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