A rebufo del debate que se ha organizado en Dolor animal: el origen de los derechos de los animales, alrededor de la idea de si los animales también tienen sentimientos, empatía, sensibilidad y demás cualidades que siempre han sido adjudicadas en exclusiva al ser humano, vamos a hacer un pequeño resumen de algunas ideas que empezamos a tener claras al respecto.
Introducirse en la mente un animal es francamente difícil, cuando no imposible, y aunque en algunas ocasiones parezca que se comporten de modos similares a un ser humano, tampoco podemos estar seguros de que tal vez estemos humanizando sus acciones. Lo que sí es seguro es que el reino animal no está compuesto, como antaño se pensaba, de máquinas sin alma. Al menos, determinados animales incluso parecen poseer neuronas espejo.
Neuronas espejos animales
Las neuronas espejo son las neuronas que se encargan de ponernos en la piel del otro, las que permiten que nuestra empatía funcione tan bien, hasta el punto de que nos entristecemos si el otro está triste. O sentimos compasión si alguien recibe una tortura. Las neuronas espejo son las que han propiciado que seamos una especie social y colaborativa. Estas células nerviosas, descubiertas en 1996 por el neurobiólogo Giacomo Rizzolatti, de la Universidad italiana de Parma, están localizadas en la zona F5 de la corteza premotora del cerebro, cerca del área de Broca.
Para los científicos que estudian la conducta animal resulta probable que muchas especies, además de los primates, posean sistemas rudimentarios de neuronas espejo, como los perros, los delfines, los elefantes y otros “animales sociales”. Los elefantes y los delfines son tan buenos candidatos como los chimpancés porque manifiestan alguna conciencia de su individualidad.
El test del espejo se emplea para determinar el grado de autoconciencia de los animales. Por ejemplo, si marcamos la frente de un chimpancé con un pintalabios y, a continuación, situamos al chimpancé frente a un espejo, se examinará la marca pintada, e incluso la tocara o tratará de borrársela, demostrando que sabe que la imagen reflejada en el espejo es la suya.
Experimentos llevados a cabo por investigadores del Yerkes Primate Center y la Wildlife Conservation Society sugieren que los elefantes también pasan el test del pintalabios frente al espejo, tal y como explica Jeremy Rifkin en La civilización empática:
Los investigadores pintaron un x blanca en la mejilla izquierda de una elefanta llamada Happy. Cuando la colocaron delante de un espejo se tocó repetidamente la marca con la trompa, algo que exige comprender que la marca no está en el espejo, sino en el propio cuerpo. Otra elefanta, Maxine, usó el espejo para mirarse en el interior de la boca y una oreja, una clase de conducta voluntaria que el personal del zoológico nunca había observado.
Señalando una cosa a nuestro perro
Señalar un objeto y que un animal entienda que no estamos movimiento el brazo, sino que estamos señalado una cosa que debe mirar o atender, sugiere que el animal puede leer el pensamiento de la persona y comprender su intención cuando hace el gesto; es decir, debe tener una teoría de la mente, tal y como sugiere David Berreby.
Para probar esto con perros, Brian Hare, de la Universidad de Harvard, y Michael Tomasello, del Max-Planck-Institut für evolutionäre Anthoprologie de Leipzig, llevaron una serie de experimentos que sugieren que “los perros domésticos entienden el significado de que un ser humano señale algo (como “¡la comida está aquí debajo!”)”.
Equidad
Algunos animales como los chimpancés también muestran sentido de la equidad, un sentimiento de justicia que exige una conciencia muy desarrollada, tal y como han sugerido los experimentos de la antropóloga Sarah Brosnan, de la Universidad de Emory. En dichos experimentos se enseñaba a unos monos a dar una “ficha” a un cuidador a cambio de comida.
Si los monos veían que otro mono de la jaula cambiaba una ficha por un codiciado racimo de uvas y que ellos sólo iban a recibir un humilde pepino a cambio de la suya, la mayoría de las veces se negaban a entregarla por la injusticia que suponía este intercambio.
En resumidas cuentas, los animales no tienen conciencias tan desarrolladas como las de los seres humanos, pero sí determinadas especies tienen protoconciencias que acaso deberían hacernos reflexionar sobre el trato que les dispensamos. La declaración científica, llamada Cambridge Declaration of Consciousness, detalla que "los animales no humanos, incluyendo todos los mamíferos y pájaros y otras muchas criaturas, también poseen estos sustratos neurológicos” que generan consciencia.
A fin de cuentas, hasta hace unos años los negros tampoco se consideraban seres humanos de pleno derecho. La revolución sobre la empatía animal no convertirá a los animales en seres humanos, pero sin duda dejará de considerarlos máquinas que no sienten ni padecen y que están aquí exclusivamente para servirnos.
Fotos | Paul M. Walsh | Yathin S Krishnappa | South Djoum Chimp (CC)
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