Hay gente que se lo traga todo. Les cuentas una milonga, y si eres mínimamente persuasivo, ellos asienten y no cuestionan ningún dato. No importa la naturaleza de tu charlatanería: desde un chollo financiero hasta una experiencia sobrenatural. Incluso historias tan rocambolescas como aquella mangosta parlante llamada Gef.
En el último número de la revista Frontiers in Neuroscience, Erik Asp, investigador de la Universidad de Chicago, junto a otros investigadores, ha sugerido que el centro de la credulidad se halla en un lugar muy concreto de nuestro cerebro (el área ventromedial de la corteza prefrontal del cerebro, situada justo encima de los ojos) y que ello explica, entre otras cosas, que los niños y los ancianos sean más crédulos.
Al parecer, los investigadores creen que esta área es la última que se desarrolla en el cerebro, y que podría ser la primera en comenzar a mostrar cierto declive, de ahí que el exceso de credulidad aparezca en los primeros y en los últimos años de nuestra vida.
Tal y como señala Asp:
Cuando la mayoría de adultos reciben un mensaje algo, el primer impulso es creer que es cierto y procesarlo. Solo un poco más tarde nuestro cerebro empieza a hacerse preguntas y a cuestionar la veracidad de la información. (...) El declive en la función es normal. Puede suceder a los 60, los 70 o los 90. Pero hallamos que las personas con daño en la corteza prefrontal tienden a ser menos propensas a cuestionar, más propensas a creer en teorías de la conspiración y a tener, en general, un pensamiento menos sutil”.
En el estudio, investigadores de la Universidad de Iowa seleccionaron a 39 participantes de su Registro de Pacientes Neurológicos y a 10 personas sanas, con fines de comparación. Mostraron ocho anuncios del consumidor a 18 personas con daño cerebral focal en la corteza prefrontal ventromedial, a 21 personas con daño cerebral focal fuera de esa área, y también a los individuos sanos.
Vía | Medline Plus