En lo que a tecnología informática se refiere, Apple es la quintaesencia de lo cool. Lo podéis comprobar visitando la tienda hi-tech de Apple que hay en la Quinta Avenida de Nueva York. Cuando yo lo hice, sentí que entraba en la NASA. O en una inglesia.
O en el centro de reunión y socialización de una secta.
Así pues, ¿es tan disparatado considerar que el éxito de Apple se debe, en gran parte, a que activa los mismos resortes psicológicos que una secta? Vamos a verlo.
En 1976, Steve Jobs y Steve Wozniak, aficionados a la electrónica y a la informática, fundan Apple. La primera computadora, el Apple I, la fabricaron ellos mismos a mano y vendió 200 unidades.
Unas décadas después, Apple se ha convertido en una marca de referencia, de modernidad. Apple no vende cachivaches, vende estilos de vida. Antes de que se conocieran los detalles del esperado iPhone, por ejemplo, ya había miles de usuarios que querían uno.
La campaña de Apple que más éxito tuvo fue la de “piensa diferente”, dirigida explícitamente a los usuarios del omnipresente sistema operativo Windows. La campaña hacía una llamada al inconformismo, al desafío al poder establecido, tal y como lo hicieron iconos populares como Gandhi o John Lennon.
Aunque es innegable el amigable interfaz que ofrece un Mac o cualquier otro producto Apple, los fieles seguidores de la empresa son capaces de reconocer el valor especial de la marca por encima de sus atributos específicos.
Por otra parte, los miembros de estas marcas sectarias aceptan las medidas extraordinarias que deben tomar para mantener sus productos. La mayor parte del software de los ordenadores Apple no se encuentra fácilmente. Muchas veces, los usuarios se ven obligados a recurrir a los catálogos de venta por correo para conseguir lo que necesitan. Otros se organizan en grupos de usuarios para poder acceder a los programas después de muchos esfuerzos. Para obtener el reconocimiento de miembro comprometido con un determinado culto consumista, el cliente debe sacrificarse personalmente por el bien de la marca.
Incluso existen MacEvangelistas. Usuarios extremadamente devotos que se ofrecen voluntarios para hacer demostraciones de los productos Apple en las tiendas, es decir, trabajan gratis como personal de ventas. Apple premia esta fidelización con material complementario, programas o camisetas. Además, los usuarios de Apple pueden convertirse en mac-heads, condición que les facilita la adquisición de programas y accesorios complementarios.
Esta estrategia que otorga diferentes estatus a los compradores es un rasgo común de las marcas sectarias, lo último en marketing.
Los clientes más antiguos, así como los miembros del núcleo interno de una secta, conocen los “secretos” de la compañía. Los especialistas en marketing de Converse, una marca de calzado deportivo, decidieron regalar zapatillas y otros artículos a su personal de ventas y a los deportistas universitarios con el objetivo de generar atracción hacia la marca.
Vía | Coerción de Douglas Rushkoff