Cuando un terrorista musulmán comete un atentado, tendemos a criminalizar a todos los musulmanes, y la comunidad musulmana tiene más problemas para integrarse por culpa de una minoría violenta.
Cuando sucede un atentado perpetrado por supremacistas blancos, sin embargo, tendemos a aislar más fácilmente a esos elementos nocivos de la comunidad blanca. ¿Cómo podríamos equilibrar las cosas?
Emile Bruneau y sus colegas de la Universidad Northwestern sugieren que al usar una intervención simple de un minuto se podría reducir el sentimiento anti-musulmán. Además, el efecto se puede mantener durante meses, incluso un año después.
Los hallazgos de este estudio han sido publicados en la revista Nature Human Behavior.
La intervención
A la hora de valorar moralmente a los demás estamos sesgados en función de si esa persona objeto de nuestra valoración pertenece a nuestro grupo o a un grupo externo. Es lo que se llama sesgo endogrupal.
Hay muchas formas de crear grupos que excluyen a quienes no pertenecen a él. Fronteras geográficas, equipos de fútbol, tribus urbanas, etnias, color de la piel... y también religión.
Para reducir este segos, en el estudio citado se usó una escala de 100 puntos, donde 0 indica que los participantes no culpan al grupo colectivo en cuestión y 100 significa que culpan por completo a ese grupo. Luego separaron al azar a varios cientos de participantes, todos los cuales eran blancos, en una cohorte de control y una experimental.
Durante un encuentro experimental inicial, otro que tuvo lugar 30 días después, y un tercero que tuvo lugar al año, a los miembros del grupo de control se les pidió que calificaran en esa escala de 100 puntos el nivel de culpa que atribuyeron a todos los musulmanes por las acciones extremas de una persona. En promedio, estos participantes, que nunca completaron una intervención, respondieron con puntajes de alrededor de 40 en los tres encuentros.
Para el grupo experimental, los participantes pasaron por lo que los investigadores denominaron una intervención de "hipocresía de culpa colectiva" en el encuentro inicial. Primero, los participantes leyeron tres descripciones de la violencia cometida por europeos blancos como Anders Breivik, un extremista de ultraderecha que asesinó a 77 personas en Noruega en 2011. Después de cada ejemplo, los participantes calificaron cuán responsables se sentían como europeos blancos.
La puntuación sobre los extremistas islámicos, entonces, cayó a 10 puntos. Y esa diferencia en la percepción se mantuvo estable incluso un año después.
Es decir, parece que poner en contradicción a las personas les permite ser más coherentes y ecuánimes: si no culpas a todos los blancos por lo que hace un blanco, ¿por qué culpas a todos los musulmanes?
De acuerdo con este razonamiento, los investigadores hallaron que los efectos de la intervención fueron más eficaces entre los individuos con un rasgo psicológico llamado "preferencia por la consistencia". Es decir, aquellos que más buscan evitar la inconsistencia hipócrita tenían mayor probabilidad de reducir su culpa colectiva hacia los musulmanes después de reflexionar sobre su falta de culpa colectiva como europeos blancos por actos similares.
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