Tania A. Reynolds, Postdoc en el Instituto Kinsey, y sus colegas ha constatado que en varios estudios hay un sesgo de género en el ámbito moral: las mujeres son catalogadas más fácilmente como víctimas y los hombres como perpetradores incluso cuando las transgresiones son idénticas.
Los participantes no solo detectaron más fácilmente la victimización y el sufrimiento de las mujeres, sino que también se sintieron más cerca de las víctimas femeninas frente a las masculinas y percibieron su sufrimiento como menos merecido y menos justo.
Sesgo moral a nivel sexual
En los estudios realizados, se sugiere que las personas se sentían menos obligadas a perdonar y más motivadas para castigar a los perpetradores hombres que a las mujeres, incluso en forma de investigaciones y despidos.
Estos sesgos pueden llevar a los evaluadores a desviarse sistemáticamente de la imparcialidad, sin cumplir con el ideal de que todas las personas deben ser tratadas por igual, o que una sociedad justa es la que desarrolla una justicia simétrica con independencia del sexo.
Concretamente, los participantes del estudio 1 asumieron que un objetivo perjudicado era mujer, pero especialmente cuando se etiquetaba como 'víctima'.
En total, fueron seis estudios en cuatro países distintos y en todos ellos se reveló este sesgo. Por ejemplo, los participantes del estudio 3 asumieron que una empleada que denunciaba acoso era más una víctima que un empleado masculino que hacía afirmaciones idénticas.
También se esperaba que las víctimas femeninas experimentaran más dolor por una broma ambigua y a los perpetradores masculinos se les prescribieron castigos más severos en el Estudio 4.
Los gerentes fueron percibidos como más inmorales al despedir mujeres (versus hombres) en el estudio 5.
La posibilidad de discriminación de género intensificó el vínculo cognitivo entre las mujeres y la víctima en el estudio 6.
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