Nos encanta formar parte de un grupo. Ser algo más que una criatura individual y desvalida, condenada al ostracismo, sin que nadie refrende nuestras ideas. No importa quienes sean mientras sean muchos y nos sintamos apoyados por ellos.
Por ello los conspiranoicos, los nazis y cualquier otro grupo que sorprende por sus ideas extrañas son capaces de formar grupos** tan cohesionados y ajenos de la crítica ajena** (no digamos ya a la crítica interna). Tanto es así que, como se demostró en el siguiente estudio, nos gusta incluso formar parte de una mayoría de robots (o un personaje no jugador o personaje no jugable, dentro de la terminología de los videojuegos).
Conformidad informativa y normativa
Hay ya un robusta literatura científica que sugiere que las personas adaptan sus respuestas para que coincidan con las de los miembros del grupo, incluso cuando creen que la respuesta del grupo es incorrecta.
En este nuevo estudio, se trató de probar si las personas se ajustan a los grupos de robots y si los robots causan conformidad informativa (creer que el grupo es correcto), conformidad normativa (sentir presión de grupo) o ambas.
Los participantes se sentaron alrededor de una mesa con tres robots myKeepon. Los robots MyKeepon son pequeños robots amarillos, que fueron vestidos con sombreros de colores para dotarles de personalidad única. Los robots estaban presentes en la misma habitación que el participante, ya que se ha demostrado que estar físicamente cerca del grupo aumenta la conformidad.
Además, se eligió que el número de robots fuera tres porque estudios previos han demostrado que la conformidad aumenta con el número de agentes pero que no existen diferencias significativas después de tener más de tres agentes. A cada uno de los robots y al participante se les entregó una tableta personal, y había una pantalla compartida que todos los agentes podían observar.
Se midió la conformidad de los humanos con los robots por la cantidad de veces que los participantes cambiaron sus respuestas preliminares para que coincidieran con las del grupo de robots en su respuesta final.
Los participantes en condiciones que recibieron más información sobre las respuestas de los robots se conformaron significativamente más que aquellos a quienes se les dio menos, lo que indica que la conformidad informativa está presente.
Los participantes en condiciones en las que sabían que eran una minoría en sus respuestas se conformaron más que aquellos que no sabían que eran una minoría. Además, también informaron que sentían más presión para cambiar sus respuestas de los robots, y la cantidad de presión que informaron se correlacionó con la frecuencia con la que se conformaron, lo que indica conformidad normativa.
Por lo tanto, los autores del estudio concluyen que los robots pueden causar conformidad tanto informativa como normativa en las personas. En otras palabras: hacemos las cosas para que nos acepten los demás, y si tu joroba es más grande que la mía, entonces la mía me fastidiará menos:
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