El juego del calamar es un éxito mundial. Tanto es así que incluso los niños están viéndolo a pesar de que es una serie cruda y violenta. Además, muchos de ellos están imitando las pruebas de la serie en el patio del recreo.
Algunos padres piensan que esta serie se ha convertido en un problema en la escuela. A otros no les gusta que les digan lo que pueden o no pueden permitir que sus hijos vean en casa. Sea como fuere, padres y profesores están ciertamente alarmados, pero ¿es para tanto?
Los niños saben diferenciar realidad y ficción
Gracias a los videos tremendamente populares de TikTok y YouTube, sin mencionar los juegos con temas de programas en Fortnite y Roblox, “Squid Game” está llegando a los niños mucho antes de lo que se suponía.
¿Es esto algo de lo que los padres deben preocuparse? Detengámonos un minuto y pensemos en nuestros propios días en el patio del recreo. Los juegos violentos que practicábamos. Las películas a las que imitábamos.
El juego del calamar está trayendo un debate viejo, el que siempre se invoca cuando aparece un nuevo formato o un producto muy exitoso. El debate ha tenido lugar (y tiene) con los videojuegos, con los juegos de rol, con el cine en general, incluso, en su momento, con el teatro. Muchas personas son las que recelan de las películas, las novelas, los cómics, los videojuegos o cualquier otro contenido de ficción que incluya algún tipo de violencia por si esta pudiera propiciar una conducta inmoral, un aumento de la violencia o un desarreglo en la educación.
La intuición nos dice que si vemos mucha violencia en los medios de comunicación, al final quedaremos insensibilizados ante la violencia o, peor, acabaremos imitándola en el mundo real. Sin embargo, esto no es lo que ocurre, a juzgar por la literatura científica disponible, eso no es verdad.
Según Jonathan Freedman, psicólogo de la Universidad de Toronto, en una revisión de 2002, en lo tocante a los videojuegos apenas hay unos doscientos buenos estudios sobre este tema que pueden dividirse en seis categorías: encuestas, experimentos, estudios de campo, investigación longitudinal y comparativa, conexiones entre violencia y en los medios y desensibilización y otros enfoques. Más de la mitad de los mejores estudios que existen no han encontrado vínculos causales consistentes.
Nada nuevo bajo el sol
La ficción siempre ha estado fiscalizada. Tanto por las ideas que transmitía, como por las emociones que suscitaba, ha sido objeto de crítica y reprobación durante siglos.
Sin embargo, la violencia no deja de reducirse en casi todos los países del mundo, y también los círculos de empatía no han dejado de ampliarse desde el advenimiento de los medios de comunicación. Si la ficción tiene el poder de instilar sus códigos violentos a sus consumidores, sin duda está resultando muy ineficaz en su empeño. De hecho, cada vez que ha nacido un nuevo formato de ficción al que se le ha acusado de aumentar los desórdenes sociales, en realidad lo que ha pasado es que esos desórdenes han disminuido.
Algo que ha sucedido de forma más extraordinaria con el advenimiento de los videojuegos. Algunos niños pueden reaccionar negativamente a algunos videojuegos, sí, pero quizá estamos ante niños que podrían reaccionar mal a cualquier cosa. El periodista y experto en videojuegos Simon Parkin trata de zanjar la cuestión de forma más pragmática, habida cuenta de que nos estamos enfrentando a casos muy puntuales (tanto que cabe pensar que quizá un asesino se habría vuelto tal sencillamente haciendo cualquier otra actividad que no fuera jugar a un videojuego):
El problema de la violencia en los videojuegos y sus posibles efectos puede parecer abstracto y esotérico., algo que requiere estudios científicos que arrojen luz sobre los puntos más oscuros. Sin embargo, la violencia en los juegos tiene su lógica y su importancia, y siempre es un acto de juego, no de sinceridad. Lo preocupante es que haya quien no sea capaz de ver la diferencia, desde un alumno perturbado de instituto hasta un senador estadounidense
Sí, en términos generales, hay algunos estudios que establecen una correlación entre violencia en los medios y conducta violenta, pero la gran mayoría no la encuentra. Podéis ver un análisis de muchos de ellos en el siguiente vídeo:
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