Ya conocemos su existencia en algunos de nuestros actos más cotidianos. La oxitocina es una hormona que nos hace estar más predispuestos a sociabilizarnos, enamorarnos y tener pareja de por vida. El cerebro libera grandes cantidades durante el orgasmo, igual que las madres mientras dan el pecho a sus hijos.
Pero los experimentos que se están realizando en los últimos años están demostrando que dosis de oxitocina aplicadas a pacientes les ayudan a reducir la ansiedad, aumentar los sentimientos de generosidad y reducir ciertos síntomas de timidez. También se está descubriendo que bajos niveles de esta hormona pueden contribuir a rebajar ciertas disfunciones sociales como la depresión o el autismo.
Un ejemplo de estos experimentos fue realizado por el doctor Eric Hollander de la New York’s Mount Sinai School of Medicine. Administró oxitocina sintética y placebo de forma intravenosa a 15 pacientes autistas (todos adultos). Los resultados fueron alentadores: aquellos que recibieron la hormona estaban mejor capacitados para interpretar emociones a través del tono de voz.
Más adelante se comprobó que el uso de oxitocina mediante pulverizador nasal ayudaba a los pacientes a interpretar expresiones faciales. Pero no sólo se cumplen estos efectos en autistas. Paul Zak, director del Centro de Estudios Neuroeconómicos de Claremont (California), dio pequeñas dosis del pulverizador a voluntarios sanos. Los resultados: menor nivel de ansiedad, menor cautela con los extraños, y mayor generosidad y confianza.
Pero como en genciencia no queremos promover el uso de sustancias en período de estudio, os proporcionaremos otras vías naturales para producir esta hormona. Allá van:
Recibir un masaje.
Acariciar un perro.
Comer en compañía de un amigo.
¿Se os ocurre alguna otra? (obviad el sexo, por favor...)
Vía | Time (en inglés) Más información | Oxitocina