Internet ha resultado ser una herramienta excelente para estudiar cómo se emparejan románticamente las personas. Como ya os comenté en un artículo anterior, las mujeres sienten preferencia por los hombres con recursos económicos y los hombres por las mujeres hermosas y jóvenes.
Una tendencia que por supuesto también refleja Internet y los portales dedicados al ligoteo.
Los economistas han estado estudiando las citas por Internet tan asiduamente como lo hacen con las citas rápidas, y han descubierto que los hombres obtienen muchas respuestas si en sus anuncios de contactos por Internet dicen tener ingresos altos. La situación se revierte en el caso de las mujeres: si una mujer, en un anuncio por Internet para tener citas, afirma que tiene un alto nivel de ingresos, ciertamente obtendrá muchísimas menos respuestas que si dijese tener ingresos modestos. Está confirmado: los hombres ricos son excitantes y las mujeres ricas hacen perder el interés.
Siguiendo esta lógica, debería haber muchas mujeres en los lugares donde hay muchos hombres con poder adquisitivo. Por ejemplo, las ciudades frente al medio rural.
Es lo que sostiene la economista Lena Edlund, de la Universidad de Columbia:
En primer lugar, siempre habrá mayor escasez de hombres en las ciudades que en las zonas rurales. En cuarenta y cuatro de los cuarenta y siete países estudiados por Edlund así sucede. (En las tres excepciones, la ratio por sexos es igual en las ciudades y en las zonas rurales.) Dentro de los Estados Unidos, encuentras el mismo patrón en las grandes ciudades. En Washington, D. C, las mujeres superan en número a los hombres, en una proporción de nueve a ocho; en Nueva York hay 860.000 hombres de entre 20 y 34 años, y 910.000 mujeres en esta misma franja de edad.10 (Las cifras de Carrie Bradshaw eran diferentes, pero, claro… ¡ella estaba incluyendo a los octogenarios!) Hay más hombres, sin embargo, en los estados rurales: Alaska, Utah y Colorado.
Otra implicación de la teoría de Edlund es la de que, como es más probable que los hombres no cualificados permanezcan lejos de las ciudades, los trabajos urbanos no cualificados, que fácilmente podrían ser realizados por cualquiera de los dos sexos, suelen ser cubiertos por las mujeres. (No existe nada intrínseca o históricamente femenino en trabajos como los de las camareras o las secretarias.) Y también esperaríamos descubrir que cuanto más altos sean los ingresos de los hombres, mayor sería la oferta de mujeres.
Eso es exactamente lo que Edlund descubre en un detallado estudio sobre Suecia: las zonas en las que los hombres tienen salarios altos son aquellas en las que viven muchas mujeres, en especial mujeres jóvenes. De forma consciente o no, muchas mujeres parecen haber decidido que prefieren competir por un número escaso de hombres adinerados en vez de mudarse a donde los hombres son más pobres pero más abundantes.
Puede que las mujeres de Manhattan se quejen constantemente de la falta de hombres casaderos en la ciudad, pero su elección racional es la de no trasladar su domicilio a Alaska.
Vía | La lógica oculta de la vida de Tim Harford