La verdad es que suena de todo punto contraintuitivo, sobre todo cuando llevamos encima un cabreo de no te menees porque estamos llegando tarde al trabajo: frente a semejantes tapones de tráfico, pensamos ¿por qué diablos no se construyen más carreteras?
La respuesta es que un mayor número de carreteras conllevaría, todavía más, un mayor tráfico y, por tanto, los mismos problemas.
Esta extraña idea ya fue vislumbrada en su día por el escritor Robert Louis Stevenson: “Una vez se construye una nueva carretera, resulta penoso cómo recoge tráfico.”
Una prueba empírica podemos verla en la enorme huelga de camioneros que hubo en 2002 en Los Ángeles. De repente, la I-710, la ruta que toman la mayoría de camiones procedentes del puerto, se vio desalojada de 9.000 camiones. ¿Hubo entonces más fluidez en el tráfico?
El subdirector del distrito de operaciones de Caltrans, la autoridad viaria estatal, Frank Quon, descubrió algo insólito: el tráfico sólo decayó en 5.000 vehículos aquella semana de huelga. Lo que sucedió es que más coches habían llenado el hueco libre: un aumento de casi 4.000.
La gente, sencillamente, se enteró de que aquella vía, durante la semana de huelga, estaría menos congestionada de lo normal. Y se lanzaron a la carretera. Al probarlo un día y comprobar que, en efecto, la vía estaba más descongestionada, la cogieron el siguiente día, y también se lo contaron a amigos y familiares. Pensaréis, entonces, que vías adyacentes de igual modo se irían vaciando, aunque la 710 no lo hiciera demasiado.
Pues no. Lo cierto es que las demás vías seguían también mostrando un volumen elevado de tráfico. Literalmente, miles de coches había aparecido de la nada. Y en consecuencia, el día que terminó la huelga, el tráfico fue un infierno, mucho peor que nunca.
Quon denomina a este efecto “demanda latente”:
Es la demanda que está allí, pero como el sistema está tan confinado, no se materializa. Sin embargo, cuando creas capacidad, esa demanda latente vuelve y la llena.
En otras palabras, mucha gente que jamás hubiera cogido el coche ese día (quizá tomando un transporte público), o que hubiese dejado para otra ocasión la visita a un amigo, o que hubiera preferido invertir su tiempo en otra cosa que quedarse atascado en una carretera, se lazó con su coche. Los incentivos para circular por carretera, sencillamente, habían aumentado.
Este argumento de que más carreteras generan más tráfico fue postulado incluso antes de que se circulase con automóviles. En 1900, William Barclay Parsons, director del sistema de metro de Nueva York, escribió:
Para Nuea York no existe nada parecido a una solución para el problema del tránsito rápido. Para cuando la vía esté completa, zonas que ahora son morada de piedras y cabras estarán cubiertas de casas, y para cada nueva línea se habrá creado un tráfico especial propio. En cuanto esté finalizada esa línea surgirá la demanda de más líneas.
También es cierta la idea de que se construyen cada vez más carreteras para acoger la demanda, que cada vez es mayor. Pero de algún modo es un poco como el pez que se muerde la cola: cuantos más kilómetros se construyen, más kilómetros está dispuesta la gente a circular.
Lo más extraño de todo esto es que a la inversa también funciona: si se eliminan carreteras, el tráfico también disminuye, al menos a largo plazo.
En un estudio de lo que ellos denominan “tráfico desaparecido”, un equipo de investigadores británicos examinó una amplia lista de proyectos en Inglaterra y otros lugares donde se habían retirado carreteras, fuera por obras o por designio. Como era de prever, los flujos de tráfico disminuían en la zona afectada. Las más de las veces, sin embargo, el aumento de tráfico en las rutas alternativas no se acercaba ni por asomo al tráfico “perdido” en las carreteras afectadas.
Así es la psique humana: nos dan un poco y queremos más, nos dan mucho… y seguimos queriendo más. Supongo que por ello las mayores fortunas del mundo continúan esforzándose por acumular todavía más riquezas, a lo tío Gilito.
Vía | Tráfico de Tom Vanderbilt