¿Por qué hay algunos comentaristas tan agresivos en Genciencia?

No os asustéis, el título no es tan endogámico como parece: los comentaristas agresivos no son exclusividad de Genciencia sino de cualquier otro blog con un tráfico considerable de visitantes (Según el ranking de blogs de Alianzo (actualizado semanalmente con datos de Technorati, Alexa, Google, Yahoo, Menéame y Bloglines) Genciencia está en el puesto 51 del mundo, el 36 de España… y el 4 en la categoría Ciencia. Esto sólo significa que Genciencia tiene mucho tráfico, nada más: hay blogs de mayor calidad que no tienen tanto tráfico. O dicho de otra manera: ser un bestseller no significa tener un bestbook).

Basta que visitéis los videos más vistos de Youtube: la mitad de los comentarios serán injurias, calumnias o directamente palabras soeces, una detrás de otra. Meteos en un Chat y no tardaréis en recibir alguna palabra gruesa o alguna clase de trato vejatorio.

Pero ¿realmente hay tantas personas maleducadas, faltonas, agresivas y odiosas en el mundo? La respuesta es que sí: porque todos podemos ser así según el contexto. Y el contexto digital es un caldo de cultivo perfecto para ello.

No lo he calculado, pero a ojo cubero puedo afirmar que el 10 % de los comentarios que hay en los artículos de Genciencia se basan en el insulto directo, sin más cataplasmas, sin argumentos ni cortesía elemental. Lo podéis comprobar por vosotros mismos porque nunca he borrado ningún comentario insultante (sobre todo si el insulto va dirigido a mí): si bien cuido mi crédito intelectual, el trato vejatorio acostumbra a desacreditar al propio comentarista, no al que va dirigida la pulla. Además, poniéndonos perogrullescos, no insulta quien quiere sino quien puede. Y qué diablos: hay que tomárselo con humor, para cuatro días que vamos a estar aquí...

Pero la mayoría de blogs y páginas donde la gente tiene libertad para comentar bajo el amparo de un pseudónimo se las ven y se las desean para controlar las lenguas viperinas. Algunos sitios, como Microsiervos, directamente han optado por desactivar los comentarios.

¿Por qué ocurre esto? Los psicólogos lo llaman “efecto de la desinhibición online”.

Este efecto es parecido al que se produce en las grandes aglomeraciones de gente, en las manifestaciones o en las turbas: la individualidad se diluye, aparece el anonimato… y las restricciones normales de la vida quedan atrás. En Internet todos somos nombres en una pantalla: no hay verdadera interacción, no hay miradas, ni gestos, ni inflexiones de voz. Casi nadie diría lo que dice a cara descubierta y con nombres y apellidos por delante.

En este contexto, pues, hay muy pocos incentivos para adoptar las normas sociales habituales. (Con todo, la caballerosidad y el rigor de la mayoría de comentaristas de Genciencia, he de decirlo, supera a la media de otros blogs).

En este contexto, el discurso, por muy ilógico o grosero que sea, no acarrea consecuencias: cualquiera puede hacer un corte de mangas y esfumarse. Para siempre. Tal y como pasa en el ámbito de la conducción por carretera o ciudad, otro lugar donde la gente acostumbra a ser más agresiva y maleducada de lo habitual (incluso personas tranquilas y correctas pueden convertirse en bestias vehementes).

Basta retirar la identidad humana y el contacto humano y actuaremos de manera inhumana, tal y como demostraron los estudios situacionistas clásicos de Philip Zimbardo y Stanley Milgram en 1969: en él, los rehenes encapuchados tenían más probabilidades de que los mataran que los rehenes que estabn a cara descubierta.

Pero volvamos al ejemplo de la conducción:

En vez de capucha, tenemos el recinto climatizado del coche. ¿Por qué no cerrar a ese conductor? No lo conocemos y es probable que nunca lo volvamos a ver. ¿Por qué no cruzar este barrio a toda velocidad? No vivimos aquí. En un estudio, los investigadores plantaron un coche en un cruce por delante de varios descapotables y dispusieron que no se moviese, intencionadamente, cuando el semáforo se pusiera en verde. Después midieron la rapidez con que tocaban el claxon los conductores de detrás del vehículo bloqueante, cuántas veces tocaban y cuánto duraba cada bocinazo. Los conductores con la capota bajada tardaban más en pitar, y lo hacían menos veces y durante menos tiempo que los conductores más anónimos con la capota puesta.

Y es que comentar en Genciencia es como conducir, quién lo diría. Y ahora, adelante: tenéis libertad para saltaros el ceda el paso. Pero recordad lo que dijo Schopenhauer:

Quien insulta pone de manifiesto que no tiene nada sustancial que oponerle al otro; ya que de lo contrario lo invocaría como premisas y dejaría que el auditorio extrajera su propia conclusión; en lugar de ello, proporciona la conclusión y queda debiendo las premisas.

Vía | Tráfico de Tom Vanderbilt

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