Cuando tratamos de responder a la pregunta de por qué hacemos lo que hacemos, generalmente obviamos de la explicación la importancia de los demás y de que nuestro estatus depende de la forma en que nos juzgan los otros (de hecho, afirmar taxativamente que no nos importa lo que los demás piensen de nosotros es generalmente una forma poco elaborada de autoengaño).
Ahora preguntémonos honestamente por qué llevamos un pin, una pegatina o una pulsera que simboliza una causa social por la que estamos lucha, como el cáncer.
Visibilidad, pero también autoestima
Todos nosotros estamos jugando a un juego social que nadie quiere admitir: haerlo supondría perder el estatus, porque todos nuestros actos responderían a una dinámica de juego, no de implicación fidedigna. Por esa razón, nadie admitirá con facilidad que lleva una serie de símbolos para identificarse con los demás.
Los símbolos (desde los tatuajes al diseño de nuestras gafas) se portan no tanto para lucir en el espejo y sentirnos bien con nosotros mismos como para inspirar una conversación, destacar como miembro de un grupo o incluso para demostrar un estatus moral superior.
Todo ello nos hace sentir mejor con nosotros mismos, obviamente, pero no lo hacen per se. Si fuera per se, entonces habrían más casos de símbolos que repugnan a todo el mundo pero que alguien exhibe con mucha dignidad porque le hacen sentir bien. En otras palabras: todas las cosas que nos hacen sentir bien estéticamente suelen inscribirse en un código estético total o parcialmente establecido por el entorno en el que aspiramos a prosperar.
¿Por qué llevo una pulsera anticáncer?
Imaginemos un caso concreto y un tanto polémico. Livestrong es una pulsera amarilla de silicona lanzada a la venta en mayo de 2004 como símbolo insignia de la fundación Lance Armstrong Foundation. El precio de la pulsera en la página web oficial de Livestrong es de 1 dólar por unidad, el cual va íntegramente destinado a la investigación en la lucha contra el cáncer.
¿Por qué la gente lleva esta clase de pulseras? Una respuesta errónea sería para contribuir económicamente a la causa: si es así, dona tu dinero directamente, sin quitarle a la organización el porcentaje del coste de la pulsera. O directamente compra cien o mil pulseras y no te pongas ninguna en la muñeca.
Otra respuesta más elaborada sería que la pulsera se lleva para dar visibilidad a la causa. Si mucha gente lleva la pulsera contra el cáncer, el tema del cáncer se convertirá más fácilmente en trending topic y, por consiguiente, habrá más gente dispuesta a colaborar económicamente con ella.
Esta respuesta tiene mucho más sentido, pero entonces cabe preguntarse si adquirir enseñar una pulsera a las personas que nos rodean es la forma más eficaz de hacer proselitismo.
A día de hoy, tras la controversia sobre el caso de doping de Lace Armstrong, casi nadie quiere ser visto llevando una pulsera de LiveStrong. Lo que, finalmente, revela que en el origen profundo de llevar esta pulsera es porque acarrea una serie de significados más allá de la lucha contra el cáncer, como el hecho de llevar pendientes de colores audaces o el pelo engominado hacia atrás.
Y eso significados son atractivos para todos, incluso adictivos, porque nos hacen segregar dopamina, como explica Martin Lindstrom en su libro Small Data:
En general, hay una historia vinculada al pin de lagartija que llevamos puesto, o a la correa de goma negra que llevamos en la muñeca. Nos sitúan en el centro del relato. Cuando nos convertimos en la estrella, el punto de foco, el narrador o el objeto de atención, nuestro cerebros segregan dopamina. Cualquier famoso le dirá que la fama y la atención son adictivas, lo cual puede explicar parcialmente por qué la mayoría de usuarios de las redes sociales hacen fluir un aluvión de noticias, fotos de comida y paisajes y reciben a cambio una cascada de elogios ("Guay, "Maravilloso", "Me encanta").
En otras palabras, nuestro comportamiento responde a motivos con muchas capas, una bajo la otra. Si nos quedamos en las capas aparentes, superficiales, difícilmente comprenderemos los verdaderos motivos u acicates que mueven el mundo.
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