Quienes han olido de cerca a un bebé, sobre todo si huelen su cabeza, descubren enseguida que el aroma natural del bebé es muy agradable. La razón de este olor, sin embargo, no es baladí: es un truco de la naturaleza para procurar la supervivencia a los bebés.
Buenos olores, caras expresivas
Básicamente, los bebés duermen, comen y se hacen caca encima. A veces, incluso, se pueden pasar largo tiempo llorando de forma descontrolada. Sin embargo, la mayoría de los padres aseguran que tener un hijo es una experiencia increíble, probablemente las mejores de sus vidas.
El olor de los bebés podría estar involucrado en este mecanismo que provoca que lo aparentemente indeseable, como lo anteriormente descrito, no sea tan indeseable al fin y al cabo. Es decir, que el olor podría subyacer el mecanismo que vincula de forma tan sólida a hijos y padres.
Dicho de otro modo: los bebés podrían estar atrayendo a sus padres con su aroma corporal para mantenerse alimentados, resguardados y seguros.
En 2013, Johannes Frasnelli, profesor de anatomía de la Universidad de Quebec, fue uno de los autores de un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology que analizaba de cerca cómo las mujeres respondían al olor corporal del recién nacido. Sus colegas y él reclutaron a 30 mujeres, entre ellas 15 que acababan de dar a luz y 15 que nunca habían tenido un bebé.
Cada una de aquellas mujeres se sometió al olor de un recién nacido desconocido que tenía menos de 2 días de edad. Los resultados confirmaron lo que las madres en todas partes ya saben: El olor del bebé es fascinante. Las exploraciones cerebrales de las participantes mostraron que "los olores corporales de los recién nacidos de 2 días provocan la activación en las áreas cerebrales relacionadas con las recompensas en las mujeres".
Los investigadores no están completamente seguros de lo que otorga este poder al olor del bebé, aunque hay algunas teorías: algunos especulan que proviene de sus glándulas sudoríparas, o que es el olor persistente de la [vernix caseosa](vernix caseosa), la sustancia que cubre bebés cuando nacen y que se lava después del nacimiento.
Investigaciones anteriores han demostrado que los bebés pueden diferenciar entre la leche de su madre y la leche de otras mujeres basándose en su olor, e que incluso prefieren la ropa usada por su madre antes que de otras mujeres. Las madres, a su vez, encuentran que el olor del caca de su propio hijo es más agradable que el de otros bebés. Es decir, que el poder del olor parece ir en ambas direcciones.
Naturalmente, si en verdad es un truco de la naturaleza para que los padres se enganchen a su bebé (o a los bebés en general), el olor no es la única estrategia para conseguirlo. También existen otros trucos, como los ojos expresivos y los brazos cortos y rechonchos, entre otros.
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